INDICACIONES DE LA BIOPSIA DE MÉDULA ÓSEA

Miguel A. Martínez González, Ana García Marcilla, Mª Dolores Gómez Salazar y Juan López Pascual


[Consideraciones] [Leucemias agudas] [LLC] [Mieloma] [Gammapatía] [E. Hodgkin] [Linfoma No Hodgkin] [Tricoleucemia] [SMPC] [Sd.Mdispl] [Metástasis] [VIH] [Otras] [Bibliografía] [Autoevaluación]

Consideraciones generales

   En la mayoría de los campos de la patología el estudio citológico se ha considerado como preliminar, realizándose el diagnóstico definitivo mediante el corte histológico. Sólo recientemente y con la ayuda de pruebas complementarias como la inmunohistoquímica, la microscopía electrónica o la citometría de flujo se han comenzado a hacer diagnósticos definitivos en base al estudio citológico. La patología hematológica constituye una excepción, ya que, en gran parte, las entidades clínicopatológicas se han definido y diagnosticado en base a sus características citológicas en médula ósea y sangre periférica.

   Aunque existen antecedentes de estudios morfológicos de la médula ósea[1,2] los primeros estudios citológicos sistemáticos de aspirados se le atribuyen a Arinkin que simplificó la técnica de aspiración en 1929[3] y los primeros estudios histológicos a Custer en 1933[4] y Damashek y cols. en 1934[5]. En nuestro país Forteza Bover publicó un excelente atlas de histopatología de las enfermedades de la sangre con excelente iconografía en 1956[6]. El aspirado y la biopsia son dos técnicas complementarias que tienen sus indicaciones específicas pero que, en la mayoría de los casos, precisan una valoración combinada[7,8,9,10].

   Las aportaciones de cada uno de estos métodos de observación han sido repetidamente señaladas. El estudio citológico de las extensiones es más adecuado para el recuento diferencial y el estudio de la morfología celular[7,11], mientras que la biopsia es el método idóneo para valorar la celularidad, arquitectura, fibrosis, depósitos de hierro y lesiones focales[7,11].

   El estudio histológico de la médula ósea aporta datos de importancia diagnóstica, pronóstica o terapéutica en un 11% de los casos aproximadamente, dependiendo de las indicaciones[12]. La siguiente discusión se basa en las descripciones de la literatura y en nuestra experiencia. Los datos propios están referidos a 464 biopsias de médula ósea consecutivas realizadas de enero a diciembre de 1998 en el Servicio de Hematología de adultos del Hospital 12 de Octubre.

   En nuestra serie, de 464 cilindros de médula ósea el diagnóstico dependía de la biopsia en 83 casos (18%). La principal indicación de la biopsia es el aspirado en blanco que, según los datos de la literatura se obtiene en el 10-15% de los pacientes[7]. En nuestra serie esto sucedió en 42 de 464 casos (9%), de ellos, en ocho el material de biopsia resultó igualmente insuficiente. La causa más frecuente de aspirado en blanco es la fibrosis extensa que puede ser debida a diversas etiologías y que en nuestro caso se detallan en la tabla 1.

Tabla 1. Citologías en blanco con biopsia valorable (n=34)

Motivo de la biopsia

Nº de casos

P. linfofoprolif. (excepto LLA)

14

S. mieloproliferativo crónico

12

L aguda

3

S. dismielopoyético

3

Citopenia

1

Ca. metastásico

1

 

 Aparte del aspirado en blanco la biopsia de médula está indicada en muchas otras circunstancias, entre las que se incluyen la valoración de la extensión de linfomas, los síndromes mieloproliferativos crónicos, diversas alteraciones hematológicas en pacientes con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), los estados de citopenia y otros[5,7-13]. A continuación discutiremos, por apartados, algunas de estas situaciones.


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Fecha de última modificación: 18 agosto, 1999
Copyright. Dr. Tomás Alvaro Narajo, Dr. Llorenç Font Ferré, 1994-1999. Todos los derechos reservados