10º Congreso Virtual Hispanoamericano de Anatomía Patológica
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10º Congreso Virtual Hispanoamericano de
Anatomía Patológica

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Inicios de la Anatomía Patológica en Cantabria

LAS PRIMERAS MANIFESTACIONES LITERARIAS 

                La búsqueda de documentación que nos permita seguir la trayectoria profesional de los médicos que, como hemos dicho anteriormente, contribuyeron al desarrollo e implante de la especialidad de Anatomía Patológica en la región, nos lleva obligatoriamente a consultar el Boletín de Cirugía publicado mensualmente por el Sanatorio Madrazo. Las primeras referencias impresas en las que se pone de manifiesto la realización de exámenes anatomo-patológicos en laboratorio, de las piezas quirúrgicas, como base importante y fundamental del proceso diagnóstico, las encontramos en la revista correspondiente al mes de Julio de 1910(11), en la cual el Doctor Juan Herrera Oria publica y comenta un caso correspondiente a un Corioepitelioma consecutivo a una mola»: "... es un tumor—escribe el autor—de extraordinaria gravedad, hasta hace pocos años desconocido (la primera publicación de Sänger es del 1889), y cuya histogénesis, todavía discutible, ha dado lugar a numerosas hipótesis y controversias...".     


Juan Herrera Oria.

                 Comienza el artículo haciendo una breve revisión de las hipótesis, hasta entonces existentes, respecto de la génesis, naturaleza y etiología del corioepitelioma, para posteriormente entrar de lleno en la descripción del caso clínico por él estudiado. No corresponde a este trabajo transcribir la descripción de la enferma y su cuadro sintomático, pero sí quizás hacer una pequeña mención de la parte correspondiente al examen anatomo-patológico del útero extirpado, por cuanto supone como base de documentación histórica en relación a la evolución y desarrollo de las técnicas de estudio anatomo-patológico desde entonces. Tras una descripción macroscópica pormenorizada de la pieza anatómica, se pasa al examen microscópico:

 "   se eligieron varios trozos del preparado tomados paralelamente a la sección digital. Se lavaron en agua, se endurecieron en alcohol, se impregnaron en xilol y xilol-parafina y se incluyeron en parafina; seccionados con el micrótomo se tiñeron con hemalaum, hemalaumeosina, carmín, van Gieson y por el método de Weigert...".

                 Ilustrando el artículo, aparece una microfotografía, realizada por D. José Rioja (director de la Estación de Biología Marina de Santander) este hecho refleja la falta de aparatos para la realización de fotomicrografías en el gabine te histológico—en la que se observan los elementos esenciales del tumor: células de la capa de Langhans. Posteriormente, Juan Herrera, en una expresiva frase, refleja el valor que encierra el análisis descriptivo de laboratorio: "... el análisis microscópico es necesario para que la exposición de un caso de corioepitelioma tenga valor científico. Una descripción exclusivamente clínica siempre es recusable...".

Imagen procedente del sanatorio Madrazo de un tumor abdominal femenino. Los vecinos de la paciente interpretaron que se trataba de un embarazo. Según las costumbres de la época la mujer fue repudiada y a punto estuvo de ser expulsada del pueblo. Gracias a la intervención quirúrgica del Dr. Madrazo, la honra le fue devuelta.

 

                 Vemos aparecer de nuevo, en el Boletín de Cirugía, el nombre de Juan Herrera, aunque incorporado esta vez en el artículo de un cirujano, en el que se habla acerca de un fibro-mixoma de la cavidad nasofaríngea(12). Por carecer éste de la extensión y la amplitud discusiva de sus propios artículos, y con el fin de ilustrar su expresión directa, lo ofrecemos íntegro, presentado y comentado a su final por el autor del artículo, Joaquín Santiuste:

 "... Recogido el tumor se lo entregamos al doctor Herrera, jefe anatomo-patológico de este Sanatorio para su estudio, y a continuación copiamos el informe que tuvo la amabilidad de remitirnos:

"Caracteres macroscópicos. Largo 9 centímetros, ancho tres y medio, cilíndrico, con un pedículo de espesor de más de medio centímetro. Consistencia como de puding. Color rosa con algunos puntos y estrias rojas. La superficie del corte es pálida, y deja correr en bastante cantidad un líquido acuoso, como si fuera serosidad. Ofrece algunas cavidades del tamaño de un guisante y menores, llenas de una sustancia gelatinosa, cetrina, coagula da por el alcohol.

Caracteres microscópicos. Separados varios trozos fueron fijados y endurecidos por la acetona, incluidos en parafina se cortaron con el micróto mo. Teñidos unos por la hematoxilina, el pardo Bismarck y el carmin de Orth, y otros por la hematoxilina y la coxina presentan los siguientes caracteres:          

El tumor está recubierto por una capa epitelial pavimentosa, que no ofrece más particularidad que ser en algunos puntos muy espesa. Está constituido en su mayor parte por una sustancia fibrilar, en la que se en cuentran células alargadas de núcleo fusiforme, en algunos puntos agrupados hasta formar haces que siguen distintas direcciones; en otras es tan abundante la sustancia intercelular, que las células permanecen separadas por espacios mayores y alternan con otras más cortas de núcleo oval o redondeado y protoplasma más ó menos estrellado.

Existe otra clase de células, generalmente en las proximidades de los vasos, que son células pequeñas, redondas, de núcleo relativamente grande, también esférico y que se tiñe bien; aunque su número no es grande en ocasiones se las encuentra asociadas, formando agrupaciones de 0 a 40 células. Su aspecto es el de linfocitos. Meclada con ellas se presentan también algunos leucocitos de nucleo vegetante.

Los vasos son numerosos, a manera de hendiduras, en muchos de los cuales se demuestra claramente la presencia del endotelio.

Los quistes que se ven macroscópicamente, no tienen paredes propias y son mejor que verdaderos quistes, depósitos intersticiales de una sustancia mucilaginosa que se coagula por el alcohol y aparece al microscopio finamente granulada.

Diagnóstico. Fibroma-mixomatoso.

Según se ve por el detallado informe del doctor Herrera, compañero muy inteligente y práctico en esta clase de trabajos, el diagnóstico anatomo-patológico, viene a confirmar el que habíamos hecho clínicamente, con solo una diferencia, el predominar algo más el fibroma, siendo este el que al parecer, histológicamente domina.

Como se ve, este caso notable por muchos conceptos, lo es en primer lugar porque las proporciones gigantescas que alcanzó, para tumores de esta naturaleza y región, le dan una rareza y singularidad clínica extraordinaria.

Además, por esta particularidad, llegó á impedir que la enferma se alimentara en debida forma, sujetándola también a dieta de aire, y como consecuencia vino a alterarse la nutrición general.

Los cambios de posición del tumor producían los ataques de asfixia referida que ponían en peligro la vida de la enferma de una manera inmediata; todo lo cual pudo evitarse con una operación breve. sencilla y sin ninguna consecuencia ulterior.

                 En el mes de noviembre de este mismo año 1910, encontramos en este "Boletín de Cirugía" otro artículo original, firmado por Enrique D. Madrazo y que lleva por título "Tumor del corpúsculo carotídeo. Ligadura de la carótida primitiva"(13). Al adentrarnos en su lectura, observamos que la hábil pluma de este cirujano, nos hace sentir minuto a minuto sus propias palpitaciones ante un caso que por su dificultad exigió ademas de firmeza y decisión una actuación rápida y certera. Tras la descripción del acto quirúrgico y la extirpación de la pieza tumoral, entra en juego la labor del anatomo-patólogo, Juan Herrera Oria:

 "...entre tanto Herrera, el anatomopatólogo, no ha perdido el tiempo, ha lavado el tumor y dado un corte en su línea media y en la dirección de los vasos....

                 El examen macroscópico de la pieza, revelaba el error diagnóstico que se había realizado a priori pensando que se trataba de un ganglio infartado. Enrique D. Madrazo lo explica así:

 "...Sentado, que hubo un error diagnóstico en el caso de nuestro querido compañero (se trataba de su discípulo el Dr. Quintana) ¿cual es nuestra responsabilidad? Ninguna. Esta afirmación rotunda es hija de la rareza del tumor. Son millares los cirujanos que andan a diario entre tumores del cuello; pero son poquísimos, afortunadamente, los que cayeron en esta desgra cia..."

                 El postoperatorio fue dificultoso, pero llegó a buen fin restableciéndose perfectamente el paciente. Termina el artículo con unas palabras que hacen referencia al trabajo del anatomopatólogo Juan Herrera, de la siguiente manera:

 "...Toca, ahora, el frío análisis microscópico y a la competencia de nuestro compañero Herrera revelarnos los detalles de este—famoso para siempre en este Sanatorio— corpúsculo carotídeo, y colocarle al lado de tros pocos con que cuenta la literatura anatomo-patológica..".

                 En el Boletín correspondiente al mes de diciembre de 1910(14), encontramos el artículo original redactado por Juan Herrera Oria, continuación del que había escrito el doctor Madrazo y que acabamos de comentar, titulado "Sobre un tumor alveolar del Glomus Caroticum". En este artículo, el autor se dispone a hacer una revisión exhaustiva de la literatura existente hasta ese momento en relación con este tumor, y previamente expone de forma muy detallada el caso correspondiente al Dr. Quintana, motivo del artículo del mes anterior, que había quedado pendiente del correspondiente análisis anatomo-patológico de la pieza quirúrgica. Tras unas notas previas recordando la historia clínica del paciente, comienza con la descripción macroscópica del tumor a la que acompaña una ilustración en la que se muestra la trayectoria de la arteria carótida primitiva y carótida externa a través de la neoplasia. Posteriormente, expone los procedimientos utilizados para el estudio microscópico de los trozos tomados del tumor, y los resultados del mismo:

 "...Se tomaron varios trozos para analizar con el microscopio; unos de la periferia y otros del centro del tumor. Unos se fijaron con los alcoholes de concentración creciente y otros con la acetona y fueron incluidos en parafina y en celoidina: se tiñeron con hëmalaum, carmín-alumínico, hëmalaum eosina, van Gieson y con el tricrómico de Cajal; las preparacioens teñidas por el método del sabio español son sin disputa los mejores; la variedad de matices es tan grande, que la diterenciación de los elementos anatómicos resul ta mucho más fácil que con cualquier otro método, incluso el van Gieson....

                 Sería extenderse demasiado, si pretendiéramos reproducir la descripción microscópica tan completa y detallada que hace el doctor Herrera en este caso, pero sí es importante dejar constancia de que tras una lectura atenta del artículo, queda patente el meticuloso trabajo realizado por una persona dotada de clara competencia en el campo profesional que desarrolla paralelamente a su especialidad ginecológica.

                 Tras el análisis de este caso, el autor hace un resumen de las historias clínicas correspondientes a tumores del "Glomus caroticum" recogidas en el resto de la literatura mundial. En total 24 casos en vivos, dos diagnósticos post mortem y tres casos en los cuales se pone en duda su verdadera filiación y Herrera tiende a pensar más bien, debido a la descripción histológica de los mismos, que se trata de neoplasias de origen branquiógeno. Los autores de las historias recogidas son los siguientes: Marchand, Paltauf, Kretschmar, Kofstein, Malinowsky, V. Heinleth, Siniouschine, Reclus, Chevasu, Scudder, Mönckeberg, Kaufmann, Ruppanner, Cook, Keen, Funke, Makara, Dobromyssloff, Hedinger, Oberndorfer y Gilford. Hace un estudio comparativo de los 24 casos observados en el vivo, concluyendo en el hecho de la dificultad diagnóstica de estos tumores, ya que de los 24, sólo en cuatro ocasiones se realizó la operación conociendo previamente la naturaleza de la neoplasia. En lo referente a la naturaleza del tumor, piensa que lo rnás acertado es seguir la opinión de Kaufmann y del profesor de Anatomía Patológica de Gotinga, Dr. Ribbert (Geschwulstlehre.-Bonn 1904), designándole "tumor alveolar del glomus caroticum". Concluye el artículo haciendo una revisión general y esquemática de las características de este tumor: origen, relaciones con órganos vecinos, crecimiento, forma y consistencia, síntomas, diagnóstico, pronóstico y tratamiento, y citando la bibliografía existente sobre el tema.

     

Microscopio del primer Sanatorio Madrazo. Sin demasiados recursos técnicos, y en ocasiones recurriendo a ayuda externa, se desarrolló la labor anatomopatológica en el Sanatorio Madrazo, durante el corto ejercicio profesional de Herrera Oria, desaparecido él del Sanatorio(1914), desaparece la Anatomía Patológica en Cantabria hasta la creación de la Casa de Salud Valdecilla (1928).

                 Es en marzo de 1913, cuando volvemos a encontrar otro artículo de interés anatomo-patológico—el último—, publicado por Juan Herrera Oria, titulado "Corioepitelioma"(15). Tras hacer referencia a su anterior artículo sobre el mismo tema, que ya ha sido comentado anteriormente, el responsable del laboratorio de Anatomía Patológica y director ahora de la revista "Boletín de Cirugía", comenta las hipótesis acerca de la naturaleza del tumor, su rareza, los paralelismos con el caso anterior, y hace una descripción del cuadro evolutivo de la paciente desde que fue vista por primera vez en su consulta de Ginecología hasta el momento del desenlace fatal. Posteriormente realiza una larga discusión en torno a las hipótesis que, sobre este tema, eran manejadas en aquel momento por los especialistas más destacados.

                 Para el estudio microscópico del tumor, fija las piezas con alcohol, las incluye en parafina y las tiñe con carmín, hematoxilina, safranina, hematoxilina-eosina, van Gieson y tricrómico de Cajal. Posteriormente describe las peculiaridades celulares que observa y el alcance de las metástasis en los distintos órganos.

                 El artículo está ilustrado con dos dibujos a plumilla y dos microfotografías de sus preparados, realizadas por el eminente micrógrafo R. P. Valderrábano, S. J., del Colegio de San José, Valladolid". Es interesante esta anotación, porque vemos que ya no es José Rioja y Martín, sucesor de Augusto Gonzalez Linares en la dirección de la Estación de Biología a su muerte en 1904, el que realiza las microfotografías, como hemos citado anteriormente. Creemos, puesto que en 1914 se cita a Luis Alaejos como director(16), que Rioja se encontraba con poca frecuencia en Santander, obligando a los anatomopatólogos a enviar sus preparaciones para fotografiar a Valladolid, al P. Valderrábano, que lo hacía por medio de una máquina por él inventada

                 No es este detalle tan importante para la trayectoria científica del laboratorio del Sanatorio Madrazo, como el hecho de que tras la muerte de González Linares, en 1904, y la marcha del Laboratorio de Biología de José Rioja, se va perdiendo la relación directa de D. Enrique con los intelectuales científicos de su época, constituyendo un grupo demoliberal y republicano en Santander(17), que compartía afinidades en torno a la Institución Libre de Enseñanza. Esta situación favorecerá el alejamiento de D. Enrique Diego Madrazo de Santander, iniciándose también un declive en el ambiente científico de la ciudad, que producirá con la próxima muerte de Herrera Oria, hacia 1915, un brusco bloqueo del empuje científico del Sanatorio Madrazo, tanto en producción como en divulgación .

                 Otros factores, como la desaparición, de la que luego hablaremos, del Dr. Pelayo Marraco del Comité de Redacción y como autor del Boletín de Cirugía del Sanatorio Madrazo; la Gran Guerra de 1914, que impidió el intercambio científico en Europa y bloqueó de manera brusca la investigación científica en las ciencias fundamentales, aunque se nos plantean aún como incógnitas de nuestra investigación, sin duda contribuyeron también a hundir el hasta entonces pujante ambiente médico del Sanatorio Madrazo. De hecho, hasta 1929, no hemos encontrado más trabajos histológicos o anatomopatológicos desde la marcha de Herrera Oria de Santander por motivos de salud en 1914 (poco tiempo después, en 1915, se produciría su muerte), la que documentamos a través del expediente de solicitud de licencia como Ginecólogo Municipal(18) y de la provisión de la vacante por el Ayuntamiento.

                 Pero, retrocedamos en el tiempo a 1911 y, como ya habíamos adelantado al citar a los discípulos de los prestigiosos médicos del S. XIX, retomemos la figura, menos biografiada, de los médicos que desarrollaron la Histología en Cantabria: Manuel Pelayo Marraco (citado por Granjel en su relación de médicos españoles e iberoamericanos, sin aportar ningún dato). Hemos hecho pesquisas, sin ningún resultado, en los libros del registro de nacimientos del Juzgado de Santander; tampoco existe constancia de su paso por la Universidad de Valladolid y, salvo los artículos que publica en el Boletín de Cirugía, no hemos encontrado más datos sobre él. Al Comité de Redacción de la citada revista, pertenece desde el primer número, publicado en Mayo de 1910. Aparece como autor en varios artículos de temas variados y estadísticas quirúrgicas, pero en los dos casos en que publica sendos dictámenes histológicos, éstos son una aportación a los artículos de Joaquín Santiuste(19) y de Agustín Camisón(20).

                 Su aportación al primer artículo, titulado "Un caso de tumor sarcomatoso en las fosas nasales" la transcribimos íntegra por no ser muy extensa, ya que permite una comparación de su línea descriptiva con la complejidad profunda de los artículos de Herrera:

 Los fragmentos de tumor objeto de nuestra observación, fueron incluidos en parafina previos los pases sucesivos por alcohol, alcohol y cloroformo, cloroformo, solución de parafina en cloroformo y parafina fundida.

La coloración se hizo con tionina. Esta sustancia tintórea tiene la venta ja de no colorear con exceso, y de proporcionar claras y hermosas preparaciones de los núcleos celulares. Tiene además la propiedad de descomponerse en tintes variados sobre las inclusiones celulares, y de colorear en rojo las Mastzellen de Ehrlich pudiéndose observar gracias a él, con limpieza las figuras mitósicas.

Los cortes se sumergieron siguiendo en todo la técnica de Cajal, durante tres minutos en una solución concentrada de tionina; después lavado rápido en agua, decoloracion en alcohol, y con el objeto de teñir el fondo de la preparación, se aclararon en esencia de clavo que tenía disuelta un poquito de eosina. Luego paso rápido por esencia de clavo incolora, y lavado en xilol para quitar el exceso de eosina. Montaje en bálsamo disuelto en xilol.

Con este proceder, hemos obtenido preparaciones en la que aparecen los núcleos celulares de azul intenso, los músculos de azul claro, y de rosa la trama conectiva.

Observando nuestras preparaciones a pequeño aumento, se ve la es tructura sencillísima del tumor; está constituido por una aglomeración de corpúsculos diminutos con todos los caracteres de las células embrionarias del tejido conjuntivo asentado sobre una escasa cantidad de estroma fibro conjuntivo. Una disposición constantemente observada, es la siguiente: los vasos bastante numerosos, engrosados y algo deformes, aparecen rodeados de una atmósfera de tejido conjuntivo que partiendo del capilar, irradia en forma de cabellera dividiéndose en manojos y fascículos, que hacen el papel de andamiaje sobre el que se implantan las células.

En otros puntos de la preparación, ya apenas se distingue el armazón y solo vemos células de contorno neto, redondas, y juntas, aunque sin deformarse por presiones recíprocas. Son abundantes los acúmulos leucocitarios.

En algunos vasos aunque hacen excepción, no podemos distinguir la atmósfera fibro-conjuntiva, y solo se ve una invasión y ocupación de las paredes vasculares, por las células neo-formadas.

Con el objetivo de inmersión, se precisa la forma individual de cada célula. Son estas como llevo dicho, redondas, distinguiéndose entre la mayoría, algunas que son más pequeñas. El núcleo grande, está fuertemente coloreado, envuelto en una capa no escasa de protoplasma. Otras, tienen un núcleo gigantesco, y algunas en fase de kariokinesis.

En resumen, se trata de un sarcoma encefaloide, cuya disposición celular implantándose en haces de tejido conjuntivo que parten de los vasos, recuerda la estructura de la forma llamada linfo-sarcoma por el parecido que tiene con el tejido adenoide.

El pronóstico es maligno, pues aún dentro de la clase sarcoma, estas variedades constituidas por células embrionarias con escasa cantidad de estroma, ocupan un puesto avanzado entre las neoplasias malignas."

                 Su segunda aportación anatomopatológica, insertada en el artículo del Dr. Camisón, titulado "Tumor voluminoso de la mama", es simple; en palabras del Dr. Camisón que cierra el artículo:

 El análisis microscópico, hecho por el Dr. Pelayo, demostró el carácter benigno del tumor: era un fibroadenoma con predominio del tejido conjuntivo. Los ganglios extirpados eran simplemente inflamatorios, por infección de mama.

                 No hemos podido averiguar, como ya hemos comentado anteriormente, las razones por las cuales el Dr. Pelayo ya no aparece como miembro del Comité de Redacción del Boletín de Cirugía en julio de 1912, número de la revista en la que vemos aparecer a Herrera Oria en la dirección de la misma. Herrera Oria se mantendrá como director hasta el último número de la revista, publicado en Julio de 1913, según los datos a los que hemos tenido acceso, procedentes de la Biiolioteca del Dr. Madrazo.

                 No debemos cerrar este capítulo sin enfatizar el culto que en el Sanatorio Madrazo se debió dedicar a la Anatomia Patológica, que aparece como in quietud en cualquier disquisición clínica por parte de los cirujanos. A modo de ejemplo, en frase de Madrazo en las memorias que publica de los tres primeros años de funcionamiento de su Clínica santanderina:

 "... El por qué unos cánceres tienen una evolución mucho mas rápida que otros lo ignoramos. ¿Será porque existan tantas variedades etiológicas cuantas son las variedades evolutivas del cáncer, a pesar de la unidad anatomo-patológica que aparentemente quizás observamos en el campo del microscopio? ¿O consistirá en el ambiente del cáncer, en el medio orgánico en que se emplaza y desenvuelve, en las condiciones individuales del paciente, que unas veces se oponen a su marcha invasora, otras parece que le alientan y estimulan en sus letales designios? El problema es de tan suma trascendencia, que su resolución bastaría para honrar un siglo..."

                 Frases intercaladas en escritos ginecológicos de Herrera Oria(21) y sobre temas quirúrgicos del cirujano Vicente Quintana(22), entre otros, redundan en el aprecio que de la Anatomía Patológica se hacía alarde en el Sanatorio Madra zo, en estos años que estamos comentando.

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