VI Congreso Virtual Hispanoamericano de Anatomía PatológicaVI Congreso Virtual Hispanoamericano de Anatomía PatológicaVI Congreso Virtual Hispanoamericano de Anatomía PatológicaVI Congreso Virtual Hispanoamericano de Anatomía PatológicaVI Congreso Virtual Hispanoamericano de Anatomía PatológicaVI Congreso Virtual Hispanoamericano de Anatomía PatológicaVI Congreso Virtual Hispanoamericano de Anatomía Patológica
ConferenciasTrabajos para el congresoForo para Tecnólogos
Convocatoria
Introducción
Comités
Inscripción
Entrada de trabajos
Auspicios
Cuba en CONGANAT
Área de descanso
Ediciones anteriores
 

 

Polo Montañez: guajiro natural

Polo Montañez, el campesino músico que se convirtió en ídolo de hoy para mañana, podía pasar solo hasta las doce del mediodía y dar la impresión de ser un hombre solitario, hasta que llegaran el hijo o las sobrinas, o un viejo vecino pasa a saludarlo, y entonces entraba en su estado predilecto.

En una típica casa humilde donde aún se cocina con leña, el autor de la popular: Un montón de estrellas, se sentía casi en estado de gracia, rodeado de un hijo, la nuera, dos nietas, y un periodista obsesionado en observarlo en sus costumbres de campesino rudo, que parecían intactas a pesar de la fama y aviones.

Sin embargo, Polo Montañez, aunque ofrecía una imagen de tipo autoritario, era la sencillez inimaginable con una armazón de hierro que perdía apenas empezaba a conversar, incluso con un desconocido. Una hora a su lado dejó ver un alma noble y sensible, que llevaba a cuestas sus recuerdos como el camello carga con sus jibas.

Polo, como lo llamaban, era franco, constantemente perseguido con la vista por la gente. Entonces tomaba un hacha al lado de una loma de carbón y se ejercita para recordar sus tiempos de aprendiz de carbonero junto a su padre, quien lo despertaba en noches de frío para que se calentara al lado del horno.

Su condición cosmopolita, que cayó sobre él sin aviso, cuando empezó a viajar en 1999, no lo privó de sus costumbres, como comer guayabas con sal. «Todas las frutas las como con sal, guayabas verdes y maduras, mangos, cualquier fruta», aclara.

El grupo con el que grabó sus dos discos está integrado por familiares. Mientras grababa el segundo cd, en los estudios habaneros Abdala, bajo el sello Lusafrica, Polo Montañez tomaba aquello como una aventura, en parte porque se divertía con Gladys, la cantante, una sobrina política, y con Luisito, el cantante, su sobrino. Su compañía, se notaba, le inspiraba confianza y hasta seguridad, y eso le proporcionaba un trabajo más grato.

Son esas pequeñas cosas que lo hacian vivir de frente a una realidad que no estaba dispuesto a cambiar ni siquiera cuando tenía que pasar unos días grabando en La Habana. En lugar de hospedarse en algún sitio de la capital, cada noche, aunque sea entrada la madrugada, regresa en auto a Candelaria, en Pinar del Río, a dormir en casa, y regresa por la mañana a seguir grabando. Los olores de sus parajes, la familia, los árboles, la vista del paisaje, todo eso lo involucraba demasiado en su yo como para dejarse tentar por la modernidad y la frivolidad.

Hoy Polo Montañez no está físicamente con nosotros, un trágico accidente automovilístico cegó su vida. Es imposible negarlo si se está en el municipio pinareño de Candelaria, en el occidente de Cuba.

Allí nació el cantante, allí fue ídolo de gente humilde y allí está su tumba, visitada incluso por niños, como si fueran a descubrir algo en el patio de su casa. No entienden que algo tan raro como la muerte les haya quitado a alguien con tanto para darles, y van al cementerio cinco meses después del deceso del cantante con las mismas ropas con que andan en sus casas, y la primera flor que arrancan de un jardín, casi siempre a escondidas.

En las calles de Candelaria, el segundo disco del artista, Guitarra mía, es el más escuchado. ¿Oíste las últimas canciones de Polo?, te preguntan a pocos minutos de encontrarte con alguien que hace tiempo no veías. Si dices que no, de inmediato una grabadora las reproduce. Si respondes afirmativamente, es inevitable un comentario sobre las composiciones. Así, por ejemplo, sabes por afirmación o suposición popular que el artista presintió el fin de sus días, por el canto de cisne que encuentran en la pieza La última canción, cuando dice: "el único futuro de mi vida debe ser/, creo que debe ser extraño/ No creo que la suerte ahora me venga a sonreír/ después de haber vivido tantos años".
El autor de Un montón de estrellas fue el tercer intérprete cubano en recibir un Disco de Platino, luego de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés, y el único en vender 29 mil copias de su primer álbum. Todo eso, junto a la simpatía y asombro que despertó en quienes supieron de él no importa cómo, justifica la frase de la lápida que faltó en el entierro por lo repentino de su despedida: Polo Montañez, como nunca nadie.

Fragmentos tomados de la entrevista de Mario Vizcíno Serrat.

Varadero Colibrí Santuario El Cobre. Santiago de Cuba El Morro desde Prado Catedral de La Habana