"...Dicen que La Habana
huele a sal y a yodo
y a canela y a laurel..."
Un Paseo por La
Habana Colonial
La villa de San Cristóbal
de La Habana fue fundada en la parte sur del occidente
de la isla de Cuba en 1514, alcanzando su asiento definitivo en
la costa norte, junto al puerto
llamado de Carenas, en 1519; al menos ésta es la voz popular
y lo que ha quedado inscrito en piedra, convirtiéndose
en ley aceptada por sucesivas generaciones. Una ceiba frondosa,
de los árboles el más corpulento y esbelto, dio
sombra al primer Cabildo, que es la institución jurídica
traída por los castellanos como expresión de la
voluntad comunitaria, así como de autoridad, justicia y
paz; aquel dosel de hojas acogió también la celebración
de la primera misa. Como homenaje al sitio fundacional han sido
erigidos múltiples monumentos, primero fue una columna
constelada de lápidas y alegorías, más tarde
un templete grecorromano que en el espacio mínimo de su
jardín ha visto crecer una y otra vez retoños nuevos
de aquel árbol legendario.
Ya en el siglo XVII la ciudad cuenta con cinco
plazas: a las tres primeras se suman la de la Ciénaga,
que
más tarde sería la de la Catedral y la del Santo
Cristo. También tiene la particularidad de presentar un
conjunto de pequeñísimas plazuelas, relacionadas
con los monasterios y vetustos templos, el Espíritu Santo,
Santa Clara, San Agustín, San Isidro, Belén, las
Teresas, el Ángel.... que van marcando hitos en el paisaje
urbano, como protagonistas de la conquista espiritual que llevaría
adelante la Corona española.
La ciudad se fortifica como ninguna otra de las
Indias Occidentales; en un inicio fueron tres los castillos que
la defendían: la Real Fuerza, los Tres Reyes del Morro
y San Salvador de la Punta, junto a la muralla de tierra y de
mar. Tras la toma y establecimiento en La Habana de los ingleses,
entre 1762 y 1763, y negociada la vuelta del occidente del país
a la Corona española, comienza el reforzamiento del sistema
defensivo con la construcción de nuevos castillos, torreones
y puntos de observación que la convirtieron en el sitio
más protegido de la región.
En el siglo XVIII La Habana extramuros era más
populosa que la intramural; la ciudad crece a lo largo de las
calzadas, multiplicando portales hasta el infinito y en las zonas
aledañas a los ejidos de la muralla, muy céntrica
en aquel entonces, se construyen paseos y parques para solaz de
los ciudadanos. A mediados del siglo XIX comienza el derribo de
las murallas y el reparto y edificación de los solares
en los espacios por ellas ocupados; fue un proceso largo aquel,
lo cual permitió que su máxima consolidación
se alcanzara en las primeras décadas de este siglo, con
la construcción del Paseo del Prado que hoy vemos, el Parque
Central y edificios tan significativos como el Capitolio Nacional
o el Palacio Presidencial.
Con la construcción del túnel bajo
la bahía, se abre la posibilidad de crecimiento al este,
impedida hasta ese momento por aquel obstáculo físico;
la Habana Vieja en tales circunstancias cobraría entonces
una posición céntrica y por tanto peligrosa ante
el avance de la especulación.
Los cambios sociales profundos acaecidos en la
isla en 1959 detuvieron
el infortunado proceso que vivieron una tras otra todas las ciudades
capitales de Latinoamérica: la pérdida de extensas
zonas centrales tradicionales y en muchos casos de sus Centros
Históricos también. En Cuba no se vivió el
atroz proceso especulativo que arrasó valores insustituibles;
en particular La Habana tuvo muy pocas intervenciones, pues fueron
priorizadas otras ciudades del país, lo cual evitó
en gran medida los éxodos masivos y crecimientos anómalos
experimentados por ciudades hermanas de la región, cuyas
terribles periferias las asfixian. No se alteró la trama
por el feroz desarrollo del automóvil, y la consiguiente
aparición de grandes autopistas y áreas de aparcamiento.
Tampoco hubo suficientes recursos para
garantizar un mantenimiento sistemático. Pero hoy tenemos
una ciudad intacta, deteriorada, pero sustancialmente íntegra,
vital y activa que nos reta día a día para su salvaguarda
consciente.
Nota: Tomado del documento "Avances
del Plan de desarrollo Integral para el Centro Histórico",
año 1998, elaborado por el Plan Maestro para la revitalización
de la Habana Vieja, Oficina del Historiador de la Ciudad
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