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CULTIVO DE TEJIDOS EN TUMORES DEL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

Prof. J. Escalona Zapata

Hospital General Universitario Gregorio Marañón

[Índice] [Aspectos Generales] [Tumores Astrocitarios] [Oligodendroglioma] [Ependimoma] [Meduloblastoma] [Schwannoma] [Cultivo Orgánico] [Bibliografía]

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ASPECTOS GENERALES


 

Para valorar la utilidad del cultivo de tejidos en patología tumoral debe tenerse en cuenta que el diagnóstico anatomopatológico de un tumor conlleva dos aspectos: a) su clasificación con arreglo a un esquema citohistogenético, lo que exige definir la estirpe celular a partir de la cual toma su origen el tumor; b) el establecimiento de un grado de malignidad con vistas al pronóstico.

 

Es en el primer caso en el que el cultivo de tejidos tiene su campo de aplicación, ya que la definición de la estirpe celular tumoral se puede ver dificultada por dos factores principales: a) el alejamiento del tumor con respecto al patrón propio de la célula origen como consecuencia de la desdiferenciación o atipia; b) el papel enmascarador de las estructuras secundarias o terciarias debidas a la adaptación del tejido tumoral al medio ambiente en que crece o a las alteraciones circulatorias.

 

La razón del empleo del cultivo de tejidos se basa en su capacidad para facilitar el reconocimiento de una estirpe celular concreta en base a las siguientes propiedades:

1) Obtención de una población celular razonablemente pura.

2) Mantenimiento de las características tumorales primarias con desaparición de estructuras secundarias y terciarias.

3) Un cierto grado de simplificación hística "in vitro" y un grado variable de rediferenciación.

 

La evolución de los cultivos pasa obligadamente por dos fases. En la fase inicial emigrativa, las células abandonan el explanto y emigran en dirección divergente en forma incaracteristica En una segunda fase de estabilización, las células crecen ya en un plano sobre el cristal y adoptan el patrón citológico y/o hístico que les es propio. Las imágenes de la primera fase son por lo tanto, inespecíficas, por lo que es necesario esperar a la segunda fase en la que las características primarias del crecimiento se ofrecen con toda nitidez y permiten una facil identificacion.

 

En lo que concierne a los tumores cerebrales, la historia comienza en 1928, con los trabajos de KREDEL (1929), BUCKLEY y EISENHARDT (1929) acerca de glioblastomas y meningiomas. Más tarde, RUSSELL y BLAND (1933, 1934), CANTI, BLAND y RUSSELL (1935) y BLAND y RUSSELL (1938) estudian meningiomas y tumores astrocíticos. MURRAY y STOUT (1940, 1942, 1947, 1948) estudian preferentemente los tumores del sistema nervioso periférico, y LUMSDEN y POMERAT (1951), COSTERO y POMERAT (1951), COSTERO y cols. (1955), POMERAT (1955), POMERAT y cols. (1962) y COSTERO (1962) lo hacen con meningiomas, oligodendrogliomas y tejido nervioso normal.

 

Sin embargo, no es hasta la década de 1960-1970 en que aparecen los trabajos de KERSTING (1961, 1968), SCHARENBERG y LISS (1969) y LUMSDEN (1971, 1974) cuando se establecen unos patrones de crecimiento válidos.

 

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CopyRight Prof. J. Escalona Zapata, 1998.
Última actualización: 01 noviembre 1998 21:23