Póster
Nº 008

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Discusion


[Título] [Introducción] [Material y Métodos] [Resultados] [Iconografía 1] [Discusión] [Bibliografía]

La clasificación de los leiomiomas uterinos se basa en el patrón de crecimiento, aspecto histológico, asociación con vasos sanguíneos y cambios degenerativos; dentro de estos cambios degenerativos, la acumulación de abundante líquido de edema, que produce la “degeneración hidrópica” es un hallazgo focal relativamente frecuente en los leiomiomas clásicos, (hasta en un 50% según Zaloudeck y Norris)(4) lo cual no ofrece problema alguno para el diagnóstico histopatológico, en 1992 Clement, Young y Scully, (2) describieron 10 casos en donde este cambio hidrópico en el leiomioma y en algunos casos en el miometrio vecino al leiomioma, causaron cierto grado de confusión diagnóstica, por lo que 9 de ellos fueron enviados en consulta con el Dr Scully; tres de ellos tenían un patrón de crecimiento característicamente multinodular, estando el tumor principal subdividido en múltiples nódulos mas pequeños, separados por tejido conectivo edematoso constituyendo lo que ellos denominaron degeneración hidrópica perinodular. Coad JE y cols. (5) reportaron en 1997 otro caso de leiomioma con este patrón degenerativo; microscópicamente en estos tumores, el tejido conectivo entre los nódulos era escaso o incluso daba la apariencia de estar ausente, dando una falsa impresión de crecimiento en espacios vasculares y por lo tanto confundiéndose con leiomiomas intravasculares; estos están caracterizados por la extensión intravenosa fuera de los límites del leiomioma o en ocasiones sin evidencia de este, el crecimiento intravascular puede ser macroscópicamente visible, (aunque no siempre) esta extensión extra uterina puede llegar a las venas pélvicas en 80% de los casos y en un 40% de ellos el tumor ha alcanzado el lado derecho del corazón. (6) Histológicamente estas lesiones intravasculares tienen el aspecto del típico leiomioma, sin embargo pueden también corresponder a alguna de las variantes microscópicas, algunas veces pueden mostrar un contorno lobulado, cambio hidrópico extenso o hialinización, así como numerosos vasos con paredes gruesas hialinizadas, lo cual puede dificultar el reconocer a la lesión como leiomioma, los cambios hidrópicos pueden también en ocasiones ser prominentes. (7) La diferencia con los leiomiomas con degeneración hidrópica perinodular es que el crecimiento intravascular está ausente, el examen microscópico cuidadoso mostrará tejido conectivo edematoso en la periferia, así como la ausencia de espacios vasculares delineados por endotelio, esto último podría ser mas fácilmente visualizado con la demostración inmunohistoquímica de marcadores de célula endotelial.
De acuerdo a Clement et als, es importante en los leiomiomas el diferenciar entre el cambio mixoide y el cambio hidrópico, existiendo en el primero material levemente basofílico, azul alciano o hierro coloidal positivo, mientras que en el segundo no. Cuando este cambio hidrópico es erróneamente considerado como mixoide, aunado al hecho de que la degeneración hidrópica de el leiomioma se extiende a los tejidos vecinos, se puede llegar a la conclusión errónea de un leiomiosarcoma mixoide; en estas neoplasias malignas, macroscópicamente el útero tiene una masa gelatinosa con un borde obviamente infiltrante; desde el punto de vista microscópico, puede haber invasión vascular y las células neoplásicas están dispersas en un estroma mixoide débilmente eosinofílico o basofílico, positivo como se había mencionado a las tinciones de Azul alciano o el oro coloidal; por otro lado, la hialinización frecuentemente encontrada en los leiomiomas con degeneración hidrópica perinodular está ausente. Contrariamente, estos leiomiosarcomas mixoides, pueden ser en ocasiones muy “inocentes” desde el punto de vista de el número de mitosis (0 a 2 por 10 campos de alto poder), las atipias y el pleomorfismo, por lo tanto es también importante no diagnosticar a un leiomiosarcoma mixoide como leiomioma con degeneración hidrópica perinodular.
En 1996 Laurence y cols, (3) reportaron cuatro casos que ellos denominaron leiomioma cotiledonoide disecante o tumor de Sternberg, el cual en su aspecto microscópico es semejante al leiomioma con degeneración hidrópica perinodular, sin embargo estos autores refieren que macroscópicamente estas lesiones se salían de la superficie uterina formando una masa de aspecto placentoide en la cavidad pélvica. En una carta al editor Kiaer (8) hizo referencia a artículos previos publicados por David y cols en 1975, y Brand et als en donde se describen 2 casos en el primero (10) y uno en el segundo, (11) con las mismas alteraciones microscópicas en lesiones macroscópicamente “semejantes a racimos de uvas”, Honoré (9) en la misma fecha, envió también una carta al editor mencionando el artículo en el que Payan y cols en 1980, describen un inusual leiomioma uterino creciendo exofíticamente en racimos hacia la cavidad pélvica(12) Consideramos que los leiomiomas con degeneración hidrópica perinodular, al ir creciendo tanto en el número de nódulos leiomiomatosos, como en la cantidad de tejido conectivo hidrópico, forman una seudocavidad cuya presión interna debilita a los puntos de menor resistencia tisular vecinos, rompiendo a la serosa y creciendo hacia la cavidad pélvica como se describe en estos casos de tipo cotiledonoide. Tal vez si todos los leiomiomas con degeneración hidrópica tuvieran un crecimiento no interrumpido por cirugía, acabarían rompiendo la serosa, transformándose en estas lesiones cotiledonoides, contrariamente, podrían también abrirse a la cavidad endometrial. En nuestro caso la masa protruía levemente en el segmento uterino inferior, la explicación podría ser que el tumor erosionó espontáneamente el endometrio y originó el sangrado con el que debutó clínicamente, o bien el legrado previo produjo este sitio de ruptura uniendo a la cavidad endometrial con la seudocavidad hidrópica de la masa.
Es pues importante que el patólogo y el ginecólogo tengan en cuenta esta variante morfológica de los leiomiomas para evitar confundirla con otras entidades con el consecuente error en el manejo terapéutico.

 


Dr Eduardo Luévano Flores y Dr Javier Aldrete Terrazas.
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