Los tumores cardíacos benignos son raros y dentro de ellos, los lipomas se encuentran entre los menos frecuentemente observados. Describimos dos casos. Uno de ellos corresponde a un caso de autopsia en el que el corazón mostraba una hipertrofia lipomatosa del septo interauricular. El segundo corresponde a un varón al que mediante estudios de imagen se le detectó una tumoración en aurícula derecha. La tumoración fue extirpada quirúrgicamente confirmándose mediante estudio anatomopatológico el diagnóstico de lipoma cardiaco.

Los tumores primarios cardiacos son raros. Los tumores secundarios o metastásicos son 20 a 40 veces más frecuentes que los primarios. Los tumores primario benignos son más frecuentes que los malignos, constituyen el 75% y, de estos, más de la mitad son mixomas. Los lipomas cardiacos son tumores benignos muy raros, representan aproximadamente el 10% de todas las neoplasias del corazón y el 14% de los tumores cardíacos benignos.

La incidencia de los tumores primarios de corazón y pericardio oscila entre 0,02% y 0,28%. Aproximadamente el 75% de los tumores cardíacos primarios son benignos. Los más frecuentes son los mixomas, seguidos de rabdomiomas, lipomas, fibromas y teratomas. Los lipomas cardíacos fueron descritos por primera vez por Orth en 1886 y constituyen el 8,4 % de los tumores primarios del corazón y pericardio. El 25% de los lipomas cardiacos son intramiocárdicos, 25% son extracavitarios de origen epicárdico y el 50% son intracavitarios de origen subendocárdico.

Según su composición y localización, los lipomas se subdividen en dos grupos: hipertrofia lipomatosa del septo interauricular (HLSIA) y el lipoma verdadero. Este último es menos frecuente y suele presentarse como una masa encapsulada de tejido adiposo.

La hipertrofia lipomatosa consiste en una infiltración de tejido graso, no encapsulada, de mas de 2 cm de espesor, dentro del tabique interauricular. Afecta el septum primum y secundum pero respeta la fosa oval. La mayor parte suelen protuir en la aurícula derecha. Son más frecuentes en pacientes obesos, ancianos y en el sexo femenino. Se han observado también asociados con la nutrición parenteral, xantomatosis cerebrotendinosa y lipomatosis mediastino abdominal. De forma frecuente, suelen permanecer asintomáticos y son diagnosticados de forma incidental. En ocasiones, diversas arritmias pueden atribuirse a estas lesiones. En el primer caso descrito, el paciente presentó bloqueo bifascicular (bloqueo de rama derecha y hemibloqueo izquierdo anterior) y extrasístoles múltiples supraventriculares atribuibles a la HLSIA. Otros síntomas asociados incluyen insuficiencia cardiaca congestiva, taquicardia, palpitaciones o síncope. La presencia de grasa fetal es una característica de la HLSIA y en algunas ocasiones puede llegar a ser su único constituyente. Suelen observarse células miocárdicas atrapadas en la tumoración, especialmente en la periferia. Los miocitos atrapados pueden mostrar hipertrofia, atrofia o cambios degenerativos. A menudo sus núcleos son grandes, hipercromáticos y pleomórficos. Frecuentemente se observa fibrosis en grados variable y focos de inflamación crónica con predominio de linfocitos y células plasmáticas.

Los lipomas verdaderos están constituidos por masas de tejido adiposo, son esféricos o alargados y generalmente son únicos y circunscritos. Se han descrito también casos de lipomas cardíacos múltiples. Las lesiones suelen estar encapsuladas, están compuestas por adipocitos maduros y tejido fibroso (fibrolipoma) o fibras cardiacas (miolipoma). El diámetro oscila entre 1 y 15 cm, siendo la mayor parte sésiles y de origen subendocárdico. Se encuentran localizados más frecuentemente en la aurícula derecha y ventrículo izquierdo y son raros en el aparato valvular. Frecuentemente los lipomas no se acompañan de síntomas y cuando éstos existen se relacionan con la obstrucción al flujo cardíaco intracavitario o con el compromiso del sistema de conducción. Pueden ocasionar embolia o hipertensión pulmonar. De forma excepcional, los lipomas de gran tamaño pueden producir una severa compresión cardiopulmonar y ocasionar un desenlace fatal. La ecocardiografía, tomografía computarizada y resonancia magnética permiten el diagnóstico correcto. Cuando el tumor está localizado intracavitariamente, el tratamiento debería ser quirúrgico, con lo cual se obtendría la curación completa y se evitaría un fallo cardíaco irreversible.