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CONFERENCIAS

BIOSEGURIDAD EN LA AUTOPSIA

Dr. Virginia Capó de Paz
Departamento de Anatomía Patológica.
Instituto de Medicina Tropical "Pedro Kouri"
Ciudad Habana, Cuba.


La aceptación del empleo de la disección de cadáveres en el estudio de las afecciones que causan enfermedades en los seres vivientes ha transitado por diversas fases. En el "Siglo XII la enseñanza de la anatomía en las universidades europeas renuncia al descuartizamiento de cadáveres para fines científicos y la Iglesia declara inviolable el cadáver humano", según Friedrum R. Hau (1993). Pero, hacia finales del Siglo XIII se experimenta un incremento en el interés de realizar disección de cadáveres humanos de los viajeros muertos con objeto de trasladarlos a sus lugares de origen lo que estimuló el interés científico en la anatomía. Fue Mondino, en la Universidad de Bolonia quien emplea por primera vez la disección de cadáveres para enseñar la anatomía y para realizar el estudio de la posible causa de muerte del paciente. Morgagni publica en 1761 su estudio sobre la sede y las causas de las enfermedades. En dicho libro pretende determinar la relación que puede haber entre los síntomas de las enfermedades, el curso de estas y los resultados de la autopsia.

Varias anécdotas y reportes ilustran a través de la historia de la Medicina cómo el estudio y disección de cadáveres ha estado asociado a accidentes que han permitido la trasmisión de enfermedades infecciosas a los patólogos y operarios evisceradortes, muchos de los cuales llagaban a morir en la era pre antibiótico.

No es infrecuente que se desconozca por los patólogos y operarios que realizan autopsias, las enfermedades que padeció en vida el cadáver en estudio. Esto, aunque sucede más frecuentemente en las autopsias médico legales, ocurre también en las autopsias de hospitales y existen reportes de que un 4% y un 50 % de las tuberculosis son diagnósticos realizados por los hallazgos de necropsia en Nueva York y Escocia, respectivamente. Otro ejemplo lo constituyen las numerosas personas que con el virus de la inmunodeficiencia humana, y las infecciones de carácter oportunista asociadas, llegan a la necropsia sin que se conozca por el personal de la morgue que se encuentran ante un caso con infección por VIH/SIDA. Debe de considerarse además, que existe una alta prevalencia de infecciones por los virus de la hepatitis B y de la hepatitis C en la población general. Para muchas de las infecciones que se adquieren por contacto con la sangre contaminada a través de soluciones de continuidad de la piel o mucosas, no existe un tratamiento efectivo aún y conllevan un largo período de incertidumbre y sufrimiento en caso de contagio.

Actualmente existe una fuerte tendencia a la disminución del número de necropsias que se realizan en los hospitales. En parte, los médicos de asistencia consideran que sus casos se encuentran bien estudiados gracias a los nuevos estudios imagenológicos con que se cuenta, y porque se tienen diagnósticos citológicos de material obtenido por punción por aguja fina a que se someten los pacientes en vida. Pero, no es menos cierto que también los patólogos no estimulan la realización de autopsias como expresión del temor de poder adquirir alguna infección durante el procedimiento de la autopsia. No son infundados estos temores puesto que se ha reportado que un 10% de los patólogos padecen de tuberculosis, mientras solo el 4% de los pneumotisiólogos que atienden tuberculosos, la padecen. Aún así, estos temores no deben ser sobredimensionados.

Durante muchos años fue un hábito en la sala de autopsias utilizar alguna prenda de vestir sobre la ropa habitual, que cubriera los brazos con mangas largas que usualmente se enrollan hacia los codos, mientras se enfundan las manos dentro de un par de guantes de latex más o menos resistentes, aunque lo más frecuentes es usar un par de guantes quirúrgicos. Numerosas evidencias prueban que este atuendo es insuficiente para proteger a los trabajadores de la morgue. Pero, no solo nuevos implementos que interpongan barreras mecánicas entre el agente infeccioso y el trabajador son suficientes. Se hace imprescindible además, adoptar una serie de nuevos hábitos y conductas durante el trabajo en la morgue reduzcan las probabilidades de contaminación durante el procedimiento así como nuevos conocimientos que permitan identificar los riesgos e impedir la exposición a los mismo, y los salones de morgue, que generalmente se encuentran en malas condiciones físicas de iluminación y de ventilación y con frecuencia son los lugares más desatendidos de los hospitales lo que favorecen la transmisión de enfermedades, se deben acondicionar a la luz de las nuevas necesidades.

Desde finales del siglo pasado, al momento de enfrentarse a realizar una autopsia, el personal que se disponga a ello debe presuponer que todos los fallecidos representan una fuente de infección de enfermedades trasmisibles y como tal, protegerse adoptando medidas de precaución para tratar de reducir al máximo los riesgos. Cuando no se adoptan las medidas adecuadas de protección y las conclusiones finales de la autopsia arrojan evidencias de la presencia de agentes infecciosos trasmisibles, todos aquellos que tuvieron participación en la evisceración y/o disección del caso sienten gran sobrecogimiento y se lamentan no haber tenido la precaución de protegerse como se debe de hacer como hábito. Lamentablemente, muchos vuelven a reincidir en la falta de la toma de precauciones y la situación expresada anteriormente se repite una y otra vez en nuestros servicios.

Los procederes que se realizan durante la autopsia pueden producir cortaduras en los guantes y hasta de la piel de los disectores, a veces causadas por el propio instrumental, o por fragmentos óseos, o esquirlas de balas, o puntas aguzadas de huesos partidos por el costótomo, agujas, cristales, etc. Se han realizado estudios que reportan que los residentes se cortan en una de cada once necropsias que realizan y con frecuencia, la ruptura de los guantes pasa inadvertida hasta que se termina de trabajar el caso lo que puede significar que la mano del disector se mantenga mojada en fluidos biológicos contaminados, por un período de tiempo importante. Por esta vía, se pueden producir infecciones por VIH, estreptoccemia, hepatitis B y C, micosis profundas, rabia, tularemia, difteria. De forma general, el agente infeccioso a que el autopsiante se exponga dependerá de la población que tribute los fallecidos a la sala de autopsias ya que en algunos grupos humanos existe una más alta seroprevalencia de algunas infecciones, que en otros.

La protección diseñada para estos accidentes establece el uso de un guante anticortadas colocado entre dos guantes quirúrgicos de látex. De esta forma, no solo se prevé la cortadura de la piel del trabajador sino que se impedirá que la mano del operario pueda entrar en contacto con fluidos del cadáver en caso de que se corte o se rompa el guante de la parte exterior. Sin embargo, debe quedar claro que de esta forma no se protege al trabajador de pinchazos puesto que el guante anticortadas está confeccionado de fibras resistentes tejidas que permiten ser atravesados por objetos punzantes. Por ejemplo, en lugar de acceder a los órganos torácicos quebrando las costillas con un costótomo, se debe realizar el corte en la unión costo condral para retirar el esternón con los cartílagos. Así el borde de sección no es hiriente al operario y se logra una abertura suficiente para trabajar en la cavidad.

Durante la evisceración y preparación del cadáver para su conservación, o luego durante la disección, se producen aerosoles y goticas de pequeño tamaño que pueden ser los vehículos en que se transportan variados agentes etiológicos. Entre ellos, los de la tuberculosis (resistente a las drogas antituberculosas, o no), de las enfermedades hemorrágicas virales, de la coriomeningitis linfocítica, o de la fiebre amarilla o la de la fiebre del Valle de Rift. Es de mayor importancia evitar que se apliquen chorros de agua que salpiquen sobre las vísceras, la manipulación descuidada de las vísceras, o la creación de vacío para aspirar fluidos usando implementos defectuosos que produzcan aerosoles.

Por otro lado, trabajar sin agua corriente abundante permite que el agente infeccioso se encuentre en grandes concentraciones en los fluidos de vísceras que se manipulan. Abundante agua debe correr sobre la mesa de disección sin que se remanse en la mesa o salpique de alguna forma. Debe de utilizarse una careta anti salpicaduras de material plástico ajustable a la cabeza (Ver figura 1) o confeccionar artesanalmente aditamentos tales como, láminas de radiografías limpias de la emulsión cosidas a un gorro o a un tapabocas, de manera que la cara y los laterales de la misma queden protegidos de posibles salpicaduras desde el frente o desde los lados del operador. Es imprescindible el uso de delantales impermeables que lleguen casi hasta el suelo y cubran la boca de las botas de gomas del operario.

Operario

Figura 1
Operario de sala de autopsia usando careta protectora de salpicaduras, tapabocas, gorro, delantal impermeable que cubre las botas de caucho, ropa protectora, doble guante de latex con guante anticortadas entre ellos.

Los aerosoles contaminantes se producen por el mero hecho de manipular los pulmones para realizar la disección de sus bronquios y arterias pulmonares así como cuando se trata de explorar las zonas de condensación pulmonar las cuales, una vez seccionadas, son comprimidas para observar el tipo de exudación que brota. Otras actividades también producen aerosoles. Una de ellas es el embalsamamiento cuando se perfunde formol a presión por los grandes vasos de una pierna y se deja que fluya la sangre por otro gran vaso. Los prototipos de enfermedades adquiridas por aerosoles son la tuberculosis, rabia, peste, legionelosis, meningoencefalitis, rickettsiosis, coccidioidomicosis, ántrax. Para disminuir la carga de aerosoles se puede crear un sistema de flujo de aire hacia dentro de la morgue que cambie 10 veces el volumen total del aire de dicho local cada una hora mediante el empleo de extractores que dirijan el aire hacia áreas exteriores del edificio y no recirculen hacia otras áreas de trabajo o habitadas.

Cuando se aplica la sierra oscilatoria sobre el cráneo para proceder a la extracción de la masa encefálica o cuando se abre el canal medular para la extracción de la medula espinal así como, cuando se obtiene una muestra del esternón para estudiar la médula ósea, se produce un abundante aerosol de polvo de hueso y gotas procedentes de los tejidos blandos que encuentra la hoja de la sierra durante su oscilación. Existen aspiradores que se acoplan a la sierra eléctrica que son los ideales para usar. Cuando no se dispone de este aspirador se pueden idear métodos sencillos y prácticos como es introducir la cabeza del cadáver dentro de una bolsa de nailon transparente que se le ajusta al cuello. Por el fondo de la bolsa, se crea una abertura de suficientemente tamaño para que solo se pueda introducir la sierra, y el operario, mientras utiliza el equipo mantiene agarrado el nailon alrededor de la sierra. El aire que genera la oscilación de la hoja y la sierra infla la bolsa de nailon y se puede realizar el corte mientras se mira a través de la misma. Una vez terminado de realizar los cortes se apaga la sierra, se deja en reposo el nailon con la sierra dentro hasta que se desinfla lentamente y todo el aerosol que se creó dentro de la bolsa se adhiera a sus paredes internas. Posteriormente, el nailon es retirado cuidadosamente para no crear salpicaduras, a su vez. Para los otros usos de la sierra en hueso vertebral, solo se puede evitar encontrarse en la línea de salpicaduras que se produce por delante y por detrás del borde de la hoja de la sierra. Para ello, el uso de la careta antisalpicaduras y del tapabocas ayuda. Puede realizarse la toma de muestra de médula ósea dentro de un gabinete de seguridad.

En cuanto a los cambios de hábitos y conductas en la morgue se debe de incorporar que los instrumentos no se entreguen por los operarios en las manos sino que se deben colocar sobre una superficie y de ahí se toman. Cada operario debe de tener su instrumental completo y siempre saber donde está cada instrumento. No se debe de comer o tomar dentro del área de riesgo ni se debe de fumar en ella. Se debe proceder al lavado de las manos después de quitados los guantes y antes de salir del local de trabajo así como, descontaminar la ropa empleada por medio de autoclave (132 grados Celsio por hora y media) antes de ser enviada a lavar. Descontaminar el instrumental empleado así como la superficie de trabajo y el piso empleando una solución al 2 % de hipoclorito de sodio. Se deben incinerar los restos o deshechos de la actividad realizada y rotular los frascos de las muestras tomadas como RIESGO BIOLOGICO. Para garantizar que todas las actividades de protección se realicen correctamente debe de supervisarse la actividad por un personal calificado y garantizar atención médica de urgencia e inmunización al personal en riesgo.

Es aconsejable cuando se va a utilizar el salón de autopsias tener a mano un frasco de un litro de hipoclorito de sodio al 2% para en caso de herida durante el procedimiento poder regar profusamente la herida con esta solución. No se debe frotar o restregar la herida ansiosamente pues aumenta la superficie de la solución de continuidad o crea un área de quemadura por roce que abre aún más la puerta de entrada al agente etiológico presente. Según la infección trasmisible que pudo haber estado en contacto con la piel expuesta, será el procedimiento que se siga. Siempre el accidentado debe acudir al médico inmediatamente que ocurra el accidente informar claramente de sus temores al médico para que éste instaure el tratamiento más conveniente, sin pérdida de tiempo. Esto es válido tanto para las enfermedades bacterianas como para las enfermedades virales, incluso por el VIH o por el virus de la hepatitis B ya que si en menos de 6 horas después de la exposición se comienza el tratamiento profiláctico de biterapia antiretroviral, o se aplica la vacunación contra la hepatitis B en menos de media hora de la exposición se puede lograr evitar el contagio.

El hipoclorito de sodio es el mejor descontaminante químico que se pueda utilizar en un área con riesgo biológico aunque para la descontaminación de priones se recomienda utilizar hidróxido de sodio al 0.1%. Otras medidas extremas de colección de fluidos y disposición de residuales así como del procedimiento a seguir al procesar los tejidos sospechosos de la presencia de priones, y de las láminas histológicas antes de ser entregadas al médico, deben ser halladas en los libros que norman la Bioseguridad en los laboratorios.

Tanto las soluciones de hipoclorito de sodio al 1% o al 2% como el hidróxido de sodio 1N, son fuertes oxidantes y producen un rápido deterioro del instrumental quirúrgico que se emplea así como de la ropa por lo que se debe prever que el instrumental tenga una vida útil mucho más corta que cuando no se descontamina por estos métodos.

Aún cuando se cuente con todas las formas de protección ante las enfermedades trasmisibles en la morgue, siempre se debe tener en cuenta el costo beneficio de cada autopsia con alto riesgo de infección trasmisible que se decida realizar, pues pueden existir otras opciones menos riesgosas. Por ejemplo, un simple fragmento de piel puede realizar el diagnóstico de algunas fiebres hemorrágicas virales o de rabia; o un fragmento de pulmón, el diagnóstico de SARS empleando métodos de diagnóstico por inmunohistoquímica o por biología molecular sin tener que enfrentar el riesgo que una autopsia completa con estas infecciones suponen.

Aunque lo expresado anteriormente nos permite identificar los peligros que nos acechan, aumentar nuestros conocimientos sobre la protección durante la autopsia, al tiempo que se nos ofrecen nuevas estrategias para enfrentar los riesgos biológicos, la verdadera protección individual pasa porque cada uno de nosotros incorpore concientemente la necesidad en el cambio de conducta y la incorporación de nuevos hábitos en la morgue porque hayamos llegado a la convicción de que solo nosotros somos los que tenemos la obligación de protegernos. De nada vale que tengamos todos los medios de protección y la morgue óptima si no cambiamos nuestra conducta durante la manipulación de cadáveres o de las muestras para biopsias por congelación o del material obtenido mediante punción por aguja fina. En la confianza está el peligro.

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