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Mesa Redonda: Internet y la salud de los ciudadanos
La telemedicina y el tercer entorno

Javier Echeverría (Instituto de Filosofía, CSIC)

   La medicina se ha desarrollado tradicionalmente en un entorno natural y en un entorno urbano. Las tecnologías telemáticas posibilitan en la actualidad la construcción de un tercer entorno para la interrelación entre los seres humanos, cuya expresión más avanzada e interesante es, hoy por hoy, la red Internet. El primer y el segundo entorno son presenciales, físicos (materiales), analógicos, proximales, multisensoriales y requieren la coincidencia o la vecindad espacial y temporal para que las interacciones puedan producirse. El tercer entorno, en cambio, es representacional, electrónico (virtual), digital, distal, bisensorial, asincrónico y no requiere la coincidencia espacial para interrelacionarse. Este nuevo entorno está posibilitando la construcción de Telépolis, la ciudad global y a distancia, en cuyas teleplazas, telecalles y telecasas tienen cabida nuevas formas de comunicación, basadas en esas propiedades alternativas.

 

   Las diferencias fundamentales entre el tercer entorno y los dos primeros son topológicas y métricas. Las interacciones en el primer y segundo entornos tienen lugar en recintos con interior, frontera y exterior, y son tanto más efectivas y realizables cuanto mayor es la proximidad entre los actores. Así, un médico recibe en su consulta, se acerca para observar, palpa, escucha lo que el paciente le dice en su despacho, ordena pruebas físicas, diagnostica y, en su caso, interviene sobre el cuerpo del paciente por contacto directo (cirujía). Todo ello se realiza en uno o varios recintos cerrados, y siempre a corta distancia. En el tercer entorno, en cambio, no hace falta estar en un mismo recinto para que la interrelación se produzca: basta con estar conectados a través de una red telemática. La topología base del tercer entorno es reticular, y la cercanía o la corta distancia no son requeridas para que las interacciones se produzcan. Así, en el caso de una telemedicina desarrollada, el médico y el paciente podrían estar a muchos kilómetros de distancia (por ejemplo, el paciente podría estar en su casa, con lo que tendríamos un médico de telecabecera), las observaciones se hacen a través de aparatos, y se transmiten a través de redes, el teletacto todavía no es factible (por la bisensorialidad de Internet), el telediagnóstico y la tele-receta sí, y la telecirujía, en la que un robot dirigido a distancia es el que hace la intervención (medicina de pequeños agujeros), abre enormes posibilidades a la acción médica.

 

   Es importante subrayar que este cambio no sólo afecta a los médicos, sino en general a los científicos (teleciencia), así como a la mayoría de las profesiones clásicas de una sociedad desarrollada.

 

Entre los muchos puntos que podrían ser analizados, nos centraremos en tres:

   1.- La reducción del cuerpo a información, gracias a diversos artefactos tecnológicos. En el primer y el segundo entorno esa información sólo podía ser obtenida por aproximación física, mientras que en el tercer entorno resulta factible (hasta cierto punto, por la bisensorialidad indicada) una especie de tele-auscultación. La sociedad de la información transforma nuestra noción del cuerpo humano, y en concreto los datos relevantes para un diagnóstico.

 

   2.- Esa información no es almacenada en la mente ni en las notas del médico, sino en potentes ordenadores que permiten procesamientos muy sofisticados de dicha información, así como sistemas de recuperación y de transmisión de la misma mucho más ágiles y eficaces que los tradicionales. La externalización y automatización de la memoria son dos de las características más relevantes del tercer entorno, y resultan muy importantes para la medicina. Como consecuencia de ello, surgen nuevos problemas relativos a la confidencialidad de la información médica, porque el tercer entorno, al romper las fronteras de los recintos y los territorios, altera profundamente la distinción tradicional entre lo íntimo, lo privado y lo público, que está a la base de las interacciones médico/paciente.

 

   3.- Las intervenciones médicas, a su vez, pueden hacerse a distancia (sin presencialidad) y con procedimientos automatizados. Ello implica un cambio profundo en el instrumental médico, y por lo tanto en la composición de los equipos médicos. Hablando en términos generales, cabe afirmar que, si la medicina fue ante todo un arte en el primer entorno, y se convirtió en ciencia en el segundo (sobre todo a partir de la introducción del método experimental, con Claude Bernard y otros, en la segunda mitad del siglo XIX), la telemedicina tiene una componente tecnológica tan considerable que los médicos tendrán que ser, además de artistas y científicos, también ingenieros.

 

   Las consideraciones anteriores no implican que la medicina del primero y segundo entornos desaparecerán. No será así. Lo que sí aparecerá (o está apareciendo) es una nueva forma de practicar la medicina, que será la que se adapte a las características del tercer entorno. Lo sensato será aplicar la telemedicina en algunos casos (ahora ya se hacen consultas por teléfono) y recurrir a la consulta y a la intervención presenciales en aquellos otros casos en los que la telemedicina no resulta aconsejable, o no esté suficientemente desarrollada para ofrecer garantías. Como consecuencia de esta adecuación de la medicina al tercer entorno, habrá que estudiar muy a fondo los procesos de adaptación de los médicos y de los pacientes a dicho entorno, de modo que las interrelaciones en el mismo no se vean deterioradas por rechazos o carencias de habilidades en el manejo de las teletecnologías médicas.

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