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21 Congreso de la SEAP
Madrid, del 29 al 31 de mayo de 2003
 E-mail: patologia@pgmacline.es

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CURSO CORTO DE PATOLOGÍA GINECOLÓGICA

SALA FRANKFURT
Sábado, 31 de mayo de 2003. De 11,00 a 13,00 h.

Cáncer de Endometrio
Moderador: Dr. Jaime Prat Díaz de Losada

Dr. Xavier Matias-Guiu Guia
Hospital Arnau de Vilanova, Lleida
Patología molecular de la hiperplasia y carcinoma de endometrio: Inestabilidad de microsatélites, alteraciones de PTEN y K-ras

Dr. José Palacios Calvo
Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, Madrid
Patología Molecular del Cáncer de Endometrio: alteraciones de β-catenina, p53 y pérdidas alélicas

Dr. Jaime Prat Díaz de Losada
Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Barcelona
    Hiperplasia y Carcinoma de Endometrio: Las dos últimas décadas
   
Factores pronósticos del cáncer de endometrio


Hiperplasia y Carcinoma de Endometrio: Las dos últimas décadas

Jaime Prat Diaz de Losada, Servicio de Patología, Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Universidad Autónoma de Barcelona.

Durante los últimos 20 años hemos progresado en diversos aspectos del cáncer de endometrio:

· Criterios morfológicos de la hiperplasia endometrial.

· Distinción entre hiperplasia y carcinoma.

· Pronóstico del adenocarcinoma de endometrio.

· Curación de más del 80% de las pacientes mediante cirugía.

Sin embargo, todavía quedan temas pendientes, tales como:

· Falta de concordancia (reproducibilidad) diagnóstica de las hiperplasias endometriales.

· Desconocimiento de los mecanismos que controlan la transformación maligna de la hiperplasia endometrial

· Falta de tratamiento efectivo para el 20% de las pacientes con carcinomas en estadios avanzados o recidivantes.

Bibliografía

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Patología molecular de la hiperplasia y carcinoma de endometrio: Inestabilidad de microsatélites, alteraciones de PTEN y K-ras

Dr. Xavier Matias-Guiu Guia. Servicio de Patología. Hospital Universitari Arnau de Vilanova. Universitat de Lleida

Una de las alteraciones más comunes de los carcinomas endometrioides es el fenómeno conocido como inestabilidad de microsatélites (IM). Consiste en que los tumores presentan alteraciones en los genes de reparación del DNA (principalmente MSH-2 y MLH-1) que dan lugar a la aparición de mutaciones secundarias en distintos genes (fenotipo mutador). Estas mutaciones se identifican en ciertas zonas repetitivas del DNA llamadas microsatélites. En nuestra serie, la IM ocurre en el 28% de los cánceres de endometrio, porcentaje que asciende al 33% cuando se consideran exclusivamente los carcinomas endometrioides y no supera el 11% en el grupo de carcinomas no-endometrioides. Es interesante constatar que casos de carcinoma no-endometrioide con IM, muestran pequeños focos de carcinoma endometrioide; se puede teorizar que estos carcinomas no-endometrioides pudieran resultar de desdiferenciación de carcinomas endometrioides con IM.

Las pacientes con carcinoma de endometrio familiares (que aparecen en el contexto del síndrome del cáncer de colon no asociado a poliposis o síndrome de Lynch tipo II) presentan mutaciones germinales de los genes MSH-2 y MLH-1 que se asocian con delecciones del otro alelo en las células tumorales. La coexistencia de ambas alteraciones hace que ocurran errores en la reparación del DNA, con la consiguiente acumulación de mutaciones en las secuencias microsatélites. Sin embargo, los carcinomas de endometrio esporádicos con inestabilidad de microsatélites presentan muy raramente mutaciones somáticas en estos genes. Recientemente hemos podido demostrar que la gran mayoría de carcinomas endometrioides de endometrio asociados a IM presenta hipermetilación del promotor del gen MLH-1 (11 de 12 casos, 91%). La hipermetilación es responsable de la inactivación del gen y del subsiguiente desarrollo del fenómeno de la IM. Decidimos estudiar ambos fenómenos (hipermetilación del promotor de MLH-1 e IM) en hiperplasias de endometrio de diverso grado (simples, complejas y atípicas). Demostramos la existencia de hipermetilación del promotor de MLH-1 en 8 de 116 (7%) hiperplasias de endometrio, todas ellas hiperplasias atípicas. Sólo cuatro de las ocho hiperplasias con hipermetilación de MLH-1 presentaron inestabilidad de microsatélites. Estos resultados sugieren que la hipermetilación del promotor de hMLH-1 es una alteración inicial en el desarrollo del carcinoma endometrioide de endometrio, manifestándose de forma precoz en algunas hiperplasias endometriales. La IM ocurriría en una fase posterior. El hecho de que las pacientes con hiperplasia endometrial con hipermetilación de MLH-1 e IM desarrollaran un carcinoma endometrioide parece indicar que la aparición de la IM podría constituir un indicador de probabilidad de la transformación maligna.

El hecho que en los carcinomas de endometrio con IM exista hipermetilación del promotor de MLH-1 y que en los cánceres de colon y estómago con IM haya hipermetilación del promotor de ciertos genes (p16, TSP-1, IGF-2, HIC-1) ha llevado a algunos autores a especular que las alteraciones en la metilación serían precursoras del llamado fenotipo mutador de microsatélites. Se ha llegado a proponer el término "fenotipo metilador de islas de CpG" (CpG island methylator phenotype; CIMP), para este fenómeno. Es posible que los carcinomas de endometrio con IM presenten metilación en otros genes (por ejemplo el receptor de estrógenos alfa y los genes p27, p16, p15 y p14) como reflejo del proceso de metilación que probablemente subyace al fenómeno de la IM.

Estudios previos realizados en cánceres de cólon y estómago han indicado que existen varios posibles genes diana en los que ocurren las mutaciones secundarias al fenómeno de la IM: el receptor II del TGF b , el receptor del IGF II, BAX, MSH3 y MSH6. De todos ellos, BAX es el que ha proporcionado los resultados más interesantes. BAX es un gen supresor tumoral implicado en la apoptosis, que posee una secuencia corta de ocho desoxiguanosinas en su tercer exon. Esta pequeña zona repetitiva actúa, de hecho, como un microsatélite, por lo que es lógico que sea una diana para errores de replicación en aquellos tumores con IM. En siete de 13 carcinomas endometrioides con probada IM identificamos mutaciones en esta región de BAX. Sin embargo, la distribución de las mutaciones fue distinta en estas neoplasias; mientras que en dos tumores se encontraron las mutaciones en diversas zonas de la neoplasia, en los cinco casos restantes se identificaron exclusivamente en una zona del tumor. Estos hallazgos sugieren que las mutaciones del BAX representan una etapa más avanzada en la progresión tumoral de los carcinomas endometrioides con IM. Al expandir la serie y estudiar los tractos mononucleotidos de los otros genes diana, identificamos mutaciones en uno o más de ellos en el 70.8% de los casos (17 de 24). Se hallaron en BAX (11 de 24; 45.8%), TGF-b II (0 de 24; 0%), IGFIIR (3 de 24; 12.5%), MSH3 (6 de 24; 25%) o MSH6 (0 de 24; 0%). El estudio comparativo de las mutaciones de BAX, TGBRII, IGFRII, MSH3 y MSH6 en los carcinomas endometriales y en sus metástasis ganglionares ha permitido demostrar que las mutaciones en el tracto mononucleotido de IGFRII se encuentran con más frecuencia en las metastasis que en los tumores primarios, lo que sugiere que estas mutaciones pueden conferir una ventaja de crecimiento a una subclona tumoral que se traduzca en una mayor tendencia a la progresión y a la diseminación. La lista de genes diana de este proceso incluye también a otros genes implicados en la reparación del DNA (Rad50, MBD4, BLM, ATM), en la apoptosis (Caspasa 5, APAF-1, Bcl-10) y la transmisión de señales (Riz)

Las mutaciones en el gen PTEN son muy frecuentes en los carcinomas endometrioides de endometrio, especialmente en aquellos con IM. En un reciente estudio hemos detectado mutaciones de PTEN en el 51.5% de los carcinomas endometrioides de endometrio de nuestra serie. Las mutaciones ocurrieron más frecuentemente en los carcinomas con IM (60%) en comparación con los que no la presentaban (35%). En un 45% de los carcinomas endometrioides con IM y mutaciones de PTEN, éstas se localizaron en dos pequeños microsatélites de su secuencia codificante, lo que nos permitió, por primera vez en la literatura, dar una explicación verosímil a la frecuente asociación de PTEN e IM. Por otra parte, el hecho que las mutaciones se localicen en distintas partes de los tumores en todos los casos, y coincidan con las halladas en las hiperplasias endometriales identificadas en las mismas pacientes, sugieren que PTEN juega un papel inicial en el proceso de transformación neoplásica del endometrio.

Las mutaciones de k-RAS son también muy frecuentes en los carcinomas endometrioides de endometrio. En un reciente estudio, se han detectado en el 18.9% de los carcinomas de endomentrio de nuestra serie, todos ellos de tipo endometrioide. Como en otras series, las hemos hallado más frecuentamente en tumores con IM (43%), que en los que no la presentaban (11%). Una aportación original de nuestro trabajo es la observación de que los casos con IM presentaron mutaciones en forma de transiciones, presuntamente relacionadas con fenómenos de metilación. Por el contrario, la mayoría de las mutaciones de k-RAS halladas en los tumores sin IM fueron transversiones, sin relación con metilación. Ya hemos discutido previamente la frecuente asociación de metilación e IM. En este contexto, la presencia de mutaciones de k-RAS atribuibles a metilación previa en tumores con IM permite e explicar la alta incidencia de mutaciones en estos tumores.

Bibliografía

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Patología Molecular del Cáncer de Endometrio: alteraciones de β-catenina, p53 y pérdidas alélicas

José Palacios Calvo. Laboratorio de Cáncer Mamario y Ginecológico. Programa de Patología Molecular. CNIO. Madrid.

Alteraciones de la vía APC/β-catenina

Beta-catenina es una molécula implicada en adhesión celular, que forma parte de los complejos cadherina-catenina. Sin embargo, estudios realizados durante el desarrollo embrionario han demostrado que también participa en la señalización celular mediante la vía Wnt/APC/β-catenina/Tcf. En ausencia de una señal extracelular producida por miembros de la familia Wnt, β-catenina libre en el citoplasma (no unida a los complejos cadherina/cateninas) es fosforilada en residuos específicos por GSK-3β que forma un complejo con APC y Axina. La proteína fosforilada es ubiquitinada y degradada en el proteasoma. La unión de factores Wnt sobre receptores específicos inhibe el complejo APC/axina/GSK-3β, conduce a la acumulación de β-catenina en el citoplasma, favorece su traslocación al núcleo y su unión a factores de transcripción de la familia Tcf/Lef. Algunos genes específicamente activados en esta vía son MYC, ciclina D1, MMP7, etc. Estudios realizados en cáncer de colon demostraron que la inactivación de APC, un fenómeno frecuente y precoz en esta neoplasia, ejerce su papel oncogénico a través de la vía de señalización mencionada, al inhibir el complejo de fosforilación de β-catenina.

En 1997 se describió por primera vez que β-catenina podía ser considerada una oncoproteína, puesto que las mutaciones heterocigotas en su gen tienen un efecto similar a la inactivación de APC en el desarrollo del carcinoma de colon (1). Las mutaciones de β-catenina ocurren en diversas neoplasias humanas con una frecuencia que varía según los tipos tumorales; por ejemplo, en cáncer de colon ocurren en el 10% de los casos, mientras que en los pilomatrixomas llegan a producirse en el 75% de los tumores. Las mutaciones ocurren normalmente en el exón 3 y afectan a los aminoácidos implicados en la fosforilación por GSK-3b, que son las serinas localizadas en las posiciones 33, 37 y 45 y la treonina 45. Las mutaciones que afectan a los aminoácidos adyacentes, en especial en la posición 32 y 34, son también importantes ya que producen cambios conformacionales de la proteína que impiden la fosforilación de los aminoácidos diana. Las mutaciones de β-catenina producen un exceso de proteína citoplasmática y nuclear que se puede poner de manifiesto inmunohistoquímicamente (2).

En los carcinomas de endometrio, las mutaciones de β-catenina afectan al 15-20% de los casos y son características de los tumores endometrioides (3-7). Además, se han observado en un porcentaje similar en las hiperplasias atípicas (8). En los carcinomas de ovario, las mutaciones de β-catenina son muy específicas de los carcinomas endometrioides y ocurren en el 30-40% de los tumores de este tipo histológico (2). Sin embargo, no han sido descritas en carcinomas serosos ni mucinosos. Un hecho de interés es que todos los carcinomas de colon con mutaciones en β-catenina tienen además inestabilidad de microsatélites (MI). Sin embargo, esta asociación no ocurre en los carcinomas de endometrio.

Hasta el 20% de los carcinomas endometrioides de endometrio presentan acumulación nuclear de β-catenina sin que se detecten mutaciones en su gen. En estos casos se supone que pueden existir alteraciones en otras moleculas de la vía de señalización Wnt/APC/β-catenina. Recientemente hemos investigado la posibilidad de que ciertas mutaciones en la β-catenina (una molécula muy similar estructural y funcionalmente a la β-catenina), enAPC o en axina (que forma parte del complejo de fosforilación de β-catenina y presenta mutaciones en algunos carcinomas hepáticos) puedan inducir activación de la vía Wnt, pero no hemos detectado alteraciones en estos genes. No obstante, observamos metilación y LOH de APC en el 54% y 25% respectivamente de los carcinomas endometrioides analizados; sin embargo estas alteraciones no se relacionaron con la expresión nuclear de β-catenina (7).

Desde un punto de vista morfológico, la metaplasia escamosa en forma de mórulas se asocia siempre a expresión nuclear de β-catenina

 

Mutaciones de p53

Las mutaciones de p53 ocurren en el 53%-90% de los carcinomas no enometrioides de endometrio (9,10) y son alteraciones precoces que se detectan en el 70% de los carcinomas intraepiteliales (10). Por el contrario, sólo se encuentran en el 10-20% de los CE y ocurren más frecuentemente en tumores de alto grado y estadio avanzados, y son excepcionales en las hiperplasias. Existe una concordancia del 80% entre la sobreexpresión inmunohistoquímica y las mutaciones de p53 (11).

Entre las características más comunes de los carcinomas no endometrioides de endometrio, probablemente relacionadas con la inactivación de p53, se encuentran la aneuploidia y la inestabilidad cromosómica, esta última representada por una mayor frecuencia de pérdidas y ganancias en distintas regiones. Por ejemplo, Pere et al demostraron mediante CGH que el número medio de cambios (pérdidas o ganancias en regiones cromosómicas específicas) era de 5,7 en carcinomas no endometrioides, pero sólo de 1,5 en los endometrioides (12).

Recientemente, hemos observado mediante FISH que ciertos genes de gran importancia en la carcinogénesis, como la ciclina D1 o la ciclina E, se encuentran amplificados hasta en el 25% de los carcinomas no endometrioides, pero infrecuentemente en los endometrioides (13). Destaca el hecho de que hasta el 60% de los carcinomas no endometrioides muestran amplificación del gen STK15, mientras que esta alteración prácticamente no ocurre en carcinomas endometrioides y sólo en alrededor del 15% de carcinomas de ovario (serosos y célula clara) y mama. STK15 es una molécula que participa en la duplicación de los centrosomas regulando la adecuada alineación y distribución de los cromosomas durante la mitosis. La amplificación y sobreexprsión de STK15 se han relacionado con aneuploidía, mal pronóstico y resistencia a taxanos en otras neoplasias.

Bibliografía

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Factores pronósticos del cáncer de endometrio

Jaime Prat Díaz de Losada, Servicio de Patología, Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Universidad Autónoma de Barcelona.

 

Los estudios realizados durante los últimos 20 años, sobre todo por el Grupo de Oncología Ginecológica (GOG), han confirmado que los factores pronósticos del cancer de endometrio se dividen en uterinos y extrauterinos. Entre los primeros figuran: (1) el tipo histológico, (2) el grado histológico, (3) la profundidad de invasión miometrial, (4) la invasión vascular, (5) la presencia de hiperplasia endometrial atípica, (6) la invasión del cérvix, (7) la ploidía y la tasa de células en fase S, y (8) los receptores hormonales. Los factores extrauterinos incluyen: (1) la positividad de la citología peritoneal, (2) la extensión o las metástasis anexiales, (3) las metástasis a los gánglios linfáticos pélvicos y/o para-aórticos, y (4) las metástasis peritoneales.

Las pacientes con diseminación extrauterina, extensión cervical e invasión vascular representan un grupo de alto riesgo (con una frecuencia de recidivas de aproximadamente el 65%). En cambio, el riesgo global de recidiva es mas bajo en las pacientes cuyos tumores se encuentran limitados al cuerpo uterino (sin extensión cervical) y no muestran evidencia de invasión vascular. Precisamente en este segundo grupo de pacientes, la valoración exacta de la extensión del tumor es de suma importancia para decidir el tratamiento adecuado.

 

Tipo histológico

Desde hace 15 años y siguiendo el modelo clínico propuesto por Bokhman, se tiende a clasificar simplemente el cáncer de endometrio en dos tipos clinicopatológicos. El tipo I representa más del 80% del total y corresponde al carcinoma endometrioide. Se asocia a estímulo estrogénico y a menudo va precedido o se acompaña de hiperplasia compleja atípica. Estos tumores se encuentran en mujeres premenopáusicas o perimenopáusicas, que suelen ser obesas, estériles y tienen hiperlipidemia, ciclos anovulatorios, y menopausia tardía. La gran mayoría de carcinomas endometrioides se diagnostican cuando aún no se han extendido fuera del útero y las pacientes tienen un pronóstico favorable. Por el contrario, los tumores de tipo II no recuerdan desde el punto de vista histológico al endometrio normal y se designan como "no-endometrioides" (carcinomas serosos y de células claras). Representan menos del 20% del total y no se acompañan de hyperplasia sino de atrofia endometrial. No hay acuerdo en que la lesión acompañante descrita como "carcinoma intraepitelial" sea en realidad una forma de carcinoma no-endometrioide in situ; algunos autores creen que se trata simplemente de la extensión superficial de un carcinoma invasivo. De cualquier forma, los carcinomas serosos y de células claras (no-endometrioides) tienden a invadir pronto el miometrio y los vasos sanguíneos y linfáticos y causan una mortalidad elevada.

Más recientemente se ha descubierto que las alteraciones genéticas (IM, mutaciones, pérdidas alélicas, etc) de los dos tipos simplificados de carcinomas de endometrio (I y II) son diferentes; si no en todos, en la mayoría de los casos. Sin embargo, actualmente se estima que en el 20-30% de los carcinomas puede haber mexcla de los rasgos morfológicos y moleculares. Dicho de otro modo, el modelo "dualístico" es un buen esquema de referencia en casos extremos pero resulta algo artificial en la práctica diaria.

El 25% de los carcinomas endometrioides muestra diferenciación escamosa; sin embargo, este hallazgo no cambia el diagnóstico y el grado histológico del tumor se obtiene a partir del componente glandular. Tampoco influye en el pronóstico la existencia de un componente secretor o de uno con cilios. La arquitectura papilar villoglandular (sin anaplasia nuclear) es frecuente en los carcinomas endometrioides y se asocia a buen pronóstico. Los carcinomas mucinosos son infrecuentes, poco invasivos y tienen buen pronóstico. Por el contrario, los carcinomas serosos y los de células claras suelen ser mortales; la tasa de supervivencia a los 5 años oscila entre el 30% y el 70%.

 

Grado histológico

Mientras que la valoración del grado histológico de los carcinomas no-endometrioides no es muy útil para predecir el pronóstico (practicamente todos son de alto grado), la de los endometrioides es muy importante. Estos últimos constituyen un espectro que va desde los muy bien diferenciados hasta los casi completamente indiferenciados. El grado histológico de la FIGO (1988) se basa sobre todo en la arquitectura del tumor: los tumores de grado 1 contienen áreas sólidas en un 5% o menos del total; los de grado 2 entre el 6% y el 50%; y los de grado 3, más del 50%. Las zonas escamosas no se valoran como crecimiento sólido; sólo cuentan las glandulares. Cuando en un carcinoma de grado 1 ó 2 se encuentran núcleos de grado 3, el grado del tumor se aumenta en uno. La valoración del grado nuclear es bastante subjetiva; sin embargo, en los carcinomas serosos y de células claras, el grado nuclear se antepone a la arquitectura. La importancia pronóstica del grado histológico (FIGO) se ha confirmado en un análisis univariable de 600 pacientes con carcinomas en estadio I. La tasa relativa de supervivencia a los 5 años fué del 94% para las pacientes con carcinomas de grado 1, 84% para las de grado 2, y 72% para las de grado 3.

Recientemente se han propuesto varias modificaciones del sistema establecido por la FIGO pero ninguna se ha aceptado oficialmente. Lax y colaboradores han propuesto un esquema arquitectónico binario que se basa en la presencia: a) un crecimiento tumoral sólido en más del 50% (sin distinción entre epitelio glandular o escamoso); b) infiltración difusa; y c) necrosis tumoral. Este esquema no requiere determinar el grado nuclear. Los tumores de alto grado deben mostrar al menos dos de los tres criterios anteriores. El esquema de Lax y cols. permite clasificar los carcinomas de endometrio en tres grupos con pronóstico diferente: a) las pacientes con tumores de bajo estadio (Ia y Ib) y bajo grado tienen una tasa de supervivencia a los 5 años del 100%; b) las que tienen tumores en estados avanzados (Ic y II-IV) y bajo grado, o carcinomas de alto grado que no sobrepasan el miometrio (Ib y Ic), 67-76%; y c) las que tienen tumores de alto grado en estadio avanzado, sólo 26%.

 

Estadificación

Aunque es imperfecto, el sistema de la FIGO es sin duda el factor pronóstico más importante. El esquema clínico de 1971 (basado en el sondaje de la cavidad endometrial y en el legrado fraccionado) era mucho menos informativo que la valoración histológica de la pieza de histerectomía. El diagnóstico de invasión cervical, según los hallazgos en el legrado fraccionado, es erróneo un casi el 50% de los casos. La reducción de la radioterapia preoperatoria facilitó el establecimiento del nuevo sistema quirúrgico y patológico (1988).

El nuevo esquema requiere histerectomía, linfadenectomía pélvica y para-aórtica y estudio citológico del líquido peritoneal. El estudio patológico incluye la profundidad de invasión miometrial y el examen histológico del cérvix, con el fin de excluir la invasión cervical. Estos datos deben aparecer en el informe de Patología. El esquema de estadificación incluye cuatro estadíos (Tabla 1).

En los carcinomas en estadio IA el rasgo más característico es la confluencia de las glándulas y la arquitectura cribiforme. En la mayoría de los casos las glándulas tienen aspecto maligno, pero no ocurre así en el 100% de los tumores. El hallazgo de un estroma fibroblástico ("desmoplástico") en la vecindad de las glándulas problema es excepcional. La invasión miometrial (estadíos IB y IC) constituye el parámetro pronóstico de mayor importancia. De su evaluación intraoperatoria depende la decisión de realizar la linfadenectomía o de administrar radioterapia después de la cirugía. Aunque esta evaluación puede parecer sencilla y, de hecho, carece de dificultad cuando el miometrio se encuentra infiltrado irregularmente, el diagnóstico de invasión miometrial es falso en el 25% de los casos. Hay que tener en cuenta que la unión endomiometrial no sigue una línea recta, sino que se trata de un trayecto sinuoso con entrantes y salientes. Por tanto, cuando el endometrio tiene carcinoma, la demarcación entre el tumor y el miometrio es irregular y suele dar la falsa impresión de que invade superficialmente el miometrio. Lo mismo ocurre cuando el carcinoma ocupa focos de adenomiosis (que no es otra cosa que una "diverticulosis" del endometrio en el miometrio). En estos casos los focos de carcinoma "intramiometrial" son redondeados, están rodeados por estroma endometrial CD10 positivo y, en la vecindad, se encuentran focos de adenomiosis sin carcinoma. El pronóstico de estos casos es igual que el de los carcinomas sin invasión miometrial. Por otra parte, los tumores mioinvasivos pueden presentar un borde plano o romo que dificulta el diagnóstico de mioinvasión. Por ello se debe incluir siempre el tumor de la zona limítrofe con el endometrio no tumoral.

En los tumores que invaden el miometrio en forma de pequeños nidos de células tumorales aisladas, la retracción del estroma simula invasión vascular. Cuando las glándulas invasivas son muy bien diferenciadas y no hay reacción desmoplástica, el aspecto recuerda al del "adenoma maligno". No se ha demostrado que el pronóstico de estos tumores sea peor que el de los invasivos desmoplásicos.

La profundidad de invasión miometrial representa un factor pronóstico independiente. La posibilidad de encontrar carcinoma fuera del útero varía según la profundidad de invasión miometrial; sólo el 8% para los carcinomas intraendometriales; el 12% para los que han infiltrado un tercio del espesor miometrial y el 46% la totalidad del mismo. Excepcionalmente, un carcinoma seroso aparentemente localizado en un pólipo puede acompañarse de enfermedad extrauterina.

El estadio II (invasión cervical) se divide en IIA y IIB dependiendo de que la extensión tumoral se limite a las glándulas endocervicales (IIA) o haya infiltración del estroma (IIB). Obviamente, el pronóstico de los tumores en estadio IIA es mucho mejor que el de los IIB y sin embargo ambos se clasifican como estadio II.

La invasión vascular se observa en el 15% de los casos y también es un factor pronóstico importante. Se acompaña de metástasis a los ganglios linfáticos pélvicos y para-aórticos en el 27% y 19% de los casos respectivamente.

El estadio III (7%) incluye tumores con grados variables de diseminación: (a) sólo células tumorales aisladas en el líquido peritoneal; (b) tumor en la serosa uterina; y/o (c) invasión o metástasis ováricas (anexiales). Actualmente no hay acuerdo en que los tumores IIIA, que sólo muestran citología peritoneal positiva (5-15%), tengan mal pronóstico y no se recomienda su tratamiento.

Cuando el carcinoma de endometrio invade la serosa uterina se clasifica como estadio IIIA, mientras que el cáncer de ovario que afecta a la superficie ovárica sólo se considera estadio IC. Es evidente que en el cáncer de endometrio la afectación de la serosa uterina es menos grave que la metástasis ovárica; sin embargo, ambas se clasifican juntas como estadio IIIA. Es muy probable que muchos de estos carcinomas sean en realidad carcinomas independientes ováricos y endometriales que han sido erróneamente interpretados como metástasis.

Cuando hay metástasis ganglionares, pélvicas y/o para-aórticas el carcinoma se clasifica como IIIC. También es obvio que el pronóstico de las metástasis pélvicas (supervivencia a 5 años, 85%) no es el mismo que el de las metástasis para-aórticas (36%).

 

Ploidia

Aproximadamente el 70% de los carcinomas endometrioides son diploides. Los tumores diploides suelen ser mejor diferenciados, sólo superficialmente invasivos y menos agresivos que los aneuploides. Las tasas de supervivencia de los tumores en estadio I varían entre 94% (diploides) y 64% (aneuploides).

 

Receptores hormonales

La mayoría de los carcinomas endometrioides tienen receptores de estrógenos y de progesterona (diferenciación). La positividad e intensidad de los receptores se correlaciona con el estadio, el grado histológico y la supervivencia. Debido a la gran variabilidad de los resultados los receptores no se miden de rutina en las piezas de histerectomía. Puede ser útil medirlos en las metástasis para decidir el tratamiento.

 

c-erb-B2 (HER-2-neu) y P53

La amplificación o la sobreexpresión del neu se encuentra en el 40% de los carcinomas de endometrio y se asocia a otros factores pronósticos adversos. Sin embargo, los resultados son variables. La mutación o la sobreexprsión de p53 se asocia constantemente a la reducción de la supervivencia, sobre todo en los carcinomas serosos, y se correlaciona con otros factores pronósticos adversos.

 

Marcadores de proliferación

PCNA, Ki-67, MIB-1 son los más utilizados.

 

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Tabla 1. Estadificación del adenocarcinoma de endometrio. FIGO 1988 (1989)33

Estadio Definición

IA Tumor intraendometrial

IB Invasión < 1/2 miometrio

IC Invasión > 1/2 miometrio

________________________________________

IIA Tumor en glándulas endocervicales

IIB Invasión del estroma cervical

________________________________________

IIIA Tumor en serosa uterina y/o anejos y/o citología peritoneal positiva

IIIB Tumor en vagina (extensión o metástasis)

IIIC Metástasis a ganglios linfáticos pélvicos y/o para-aórticos

________________________________________

IVA Tumor en mucosa vesical o colo-rectal

IVB Metástasis distantes peritoneales o a ganglios linfáticos inguinales

 

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Actualizado: 09/07/2003