Dr. Tomás Álvaro. Servicio de Patología. Hospital
Verge de la Cinta. Tortosa.
Historia
clínica:
Varón de 52 años,
diagnosticado de linfoma folicular grado I (OMS) estadio IV-A de Ann Arbor, con
afectación de múltiples territorios adenopáticos, hepatoesplenomegalia e
infiltración concordante de médula ósea.
Inmediatamente después del diagnóstico fue tratado con 8 ciclos de quimioterapia con ciclofosfamida,
doxorubicina, vincristina y prednisona
(CHOP), con la que se obtuvo una respuesta completa. Cinco meses después
del último ciclo de quimioterapia presentó recidiva clínica en forma de
reaparición de adenopatías periféricas y hepatomegalia. Dada la corta duración
de la respuesta y la ausencia de síntomas se decidió adoptar una actitud
expectante.
Evolución:
El paciente
permaneció asintomático y con estabilización clínica de su enfermedad durante 8
años, momento en el que apareció sintomatología por progresión de adenopatías
retroperitoneales. Se procedió a la exéresis de una adenopatía cervical y al reestadiaje del linfoma. El resultado
fue de linfoma folicular grado I. En la exploración física se halló afectación
de múltiples territorios adenopáticos periféricos, y hepatoesplenomegalia. La
TAC abdominal mostró hepatoesplenomegalia homogénea y una gran masa
retroperitoneal que englobaba los grandes vasos y provocaba uropatía
obstructiva. No se realizaron biopsias hepática y de médula ósea.
Rituximab:
Se instauró quimioterapia
con Clorambucilo vía oral y ante la falta de respuesta se decidió iniciar
tratamiento con Rituximab (anticuerpo moniclonal anti-CD20) a las dosis
estándar de 375 mg/m2 una vez por semana durante 4 semanas. Un mes
después de la última administración de Rituximab las adenopatías periféricas y
la esplenomegalia habían desaparecido por completo pero continuaba palpándose
hepatomegalia y el paciente presentaba dolor lumbar profundo. Se realizó una
nueva TAC que evidenció la persistencia de la masa retroperitoneal con la
particularidad de que las adenopatías que la formaban habían sufrido una
extensa necrosis central. Asimismo aparecieron múltiples lesiones hipodensas en
hígado de características necróticas.
Un mes después el paciente
ingresó por un cuadro de hipercalcemia tumoral, y crecimiento progresivo de las
adenopatías retroperitoneales y de las lesiones hepáticas, pero sin reaparición
de las adenopatías periféricas. Se procedió al control de la hipercalcemia con
pamidronato y se practicó biopsia intestinal y de una lesión hepática, cuyo
resultado en ambos casos fue de linfoma difuso de células grandes B CD20
negativo (CD45+, CD79a+).
Ante esta situación, de
remisión completa de un linfoma folicular CD20 positivo al tratamiento con
rituximab y progresión en forma de linfoma agresivo CD20 negativo, se inició
tratamiento citostático de rescate con mesna, ifosfamida, mitoxantrone y
etopósido (MINE) seguido de etopósido, 6-metil-prednisolona, citarabina y
cisplatino (ESHAP).
Un año después el paciente
ha experimentado una respuesta parcial de las lesiones hepáticas y
retroperitoneales, sin que se hayan detectado nuevamente adenopatías
periféricas.
Interpretaciones clínicas posibles:
Cambio de grado CD20 negativo pre-rituximab: El
tratamiento con rituximab produjo una remisión completa del linfoma folicular
en adenopatias periféricas y bazo, mientras que se produjo una progresión de
las lesiones hepáticas y adenopáticas retroperitoneales CD20 negativas.
Cambio de grado mixto CD20
positivo/CD20 negativo pre-rituximab: Se produjo una respuesta
al rituximab exclusivamente de la parte CD20 positiva del linfoma.
Recidiva precoz CD20 negativa
post-rituximab: El tratamiento con rituximab produjo una remisión del linfoma
folicular de todas las localizaciones y se produjo una recidiva precoz en forma
de linfoma agresivo CD20 negativo.
Comentarios:
Rituximab es un anticuerpo monoclonal
quimérico ratón-hombre que reconoce CD20 sobre las células B. Posee una
eficacia del 48% en pacientes con recaídas de LNH-B de bajo grado. Sus
principales reacciones adversas, en forma de toxicidad no hematológica, son
fiebre, astenia, escalofríos, náuseas, rash y urticaria.
Se han comunicado varios casos de linfoma
folicular tratados con Rituximab que han supuesto una nueva recidiva-progresión
en forma de LDCG-B CD20-. Generalmente la secuencia de acontecimientos suele
ser un linfoma folicular que tras varios años de evolución es tratado con
Rituximab y tras una primera respuesta se desarrolla un linfoma de células
grandes CD20-, en el que sin embargo es posible demostrar las mismas bandas de
reordenamiento para IgH que en el linfoma original. La otra situación consiste
en un linfoma folicular que progresa a un LDCG-B CD20+ y que tras tratamiento
con Rituximab recidiva en forma de LDCG-B CD20-. También se han comunicado
algunos casos de recidiva en forma de linfoma periférico de células T (CD20-).
El caso que presentamos presenta la
particularidad de que en el LDCG, además de la negativización completa para
CD20, en el estudio de PCR de ambas biopsias (cortesía del Dr. M.A. Piris,
CNIO), aparece una clona nueva en la biopsia hepática, siendo la misma en la
biopsia duodenal que en el linfoma folicular.
Merece la pena destacar que en
aproximadamente el 40% de los casos de retratamiento con Rituximab, este sigue
siendo efectivo. Pero en el resto de los casos que habían respondido
inicialmente, el tratamiento deja de ser eficaz, sin que se conozca hasta el
momento porqué.
La reducción en la expresión de CD20
podría constituir un mecanismo de resistencia al retratamiento con Rituximab.
La conclusión es que debe estudiarse la expresión de CD20 en las recidivas o
progresiones después de tratamiento con Rituximab.
Deseo
agradecer la colaboración del Dr. Josep Gumá, del servicio de Oncología del
Hospital Sant Joan de Reus, por sus comentarios al caso.
·
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