S2 Estado
actual de conocimiento y clasificación de los linfomas cutáneos B
Dr.
Vicente Romagosa. Servicio de Anatomía Patológica.
Hospital
Universitari Prínceps d´Espanya. L´Hospitalet de Llobregat. Barcelona.
Para discutir este punto (y un
poco a modo de “divertimento”: la meninge es la piel del cerebro) he escogido
el caso nº 5: un paciente varón de 26 años con una lesión meníngea que
infiltraba el díploe y que fue intervenida con el diagnóstico de meningioma. La
macroscopía era característica de este tipo de procesos y la infiltración
diplóica en continuidad no es, en absoluto, excepcional. Pero la histología
corresponde a una proliferación linfoide difusa de fenotipo B con mezcla de
elementos pequeños hendidos y grandes transformados que coexpresaban CD10. Dado
lo insólito del caso y sabedores de casos que la literatura reconoce como
“meningioma linfoplasmocitoide” en que a la celularidad linfocitaria se le
atribuye un papel reactivo, nos esforzamos en demostrar la naturaleza clonal
del proceso. El estudio de reordenación de IgH mediante técnica de GeneScan no
deja ninguna duda acerca de la naturaleza neoplásica linfoide del proceso (Fig. 4). Poco tiempo después hemos tenido ocasión de ver un
segundo caso cuya presentación clínico-radiológica fue superponible (Fig. 5). El patrón de crecimiento, en este segundo caso, era
netamente nodular con un armazón de dendríticas foliculares muy evidente y, de
nuevo, con el fenotipo CD20, CD10, bcl-2. La diferencia fundamental en este
segundo caso, diagnosticado como el primero de linfoma folicular, es que, al
realizar el estudio de extensión, el paciente tenía linfoma diseminado.
Hemos querido presentar este
caso en el contexto de un seminario de linfomas B cutáneos para significar la rareza,
según nuestra forma de entender el problema, de los linfomas foliculares en la
piel y en territorios MALT. Creemos que la expresión de CD10 es necesaria para
el diagnóstico de linfoma de célula centrofolicular extranodal y que, en
cambio, el reordenamiento de bcl-2 no es criterio suficiente, ya que puede
ocurrir en linfomas SALT incuestionables y, como sabemos, en un pequeño
porcentaje de pacientes sanos.
Queremos dedicar el último caso
del seminario a otro problema que se plantea a menudo en el contexto de
linfomas B de célula grande. La pregunta es ¿tiene sentido considerar el
linfoma de célula grande de las piernas como entidad clínico-patológica
distinta del que afecta a cualquier otro territorio cutáneo?. Probablemente no
si consideramos como linfoma de célula grande solamente el que está constituido
por una sábana de centroblastos o inmunoblastos. Pero creemos que aquellos
casos con mezcla celular en los que predominan las células gigantes (el modelo
sería la entidad que clásicamente se conocía como Reticulohistiocitoma del
dorso o linfoma de Crosti), se comportan de una forma harto distinta, mucho más
benigna, que los primeros.