La leishmaniasis es una parasitosis que origina un importante problema de salud pública (1), tanto en el ámbito nacional como mundial, se encuentran en todo el mundo (2), se han reportado casos en más de 88 países, se comportan como casos aislados, como una endemia ejemplo en Medio Leste, Sur de Asia, África y América Latina, aunque ocasionalmente se presentan picos epidémicos como en el Sur de Sudan (3) y en este año que se reporta un alerta sobre epidemia de esta enfermedad en Colombia, reportándose 200 casos de soldados afectados por esta enfermedad en zonas selváticas de Antioquia y Chocó. La leishmaniasis americana ocurre en América del sur especialmente en Brasil, y Perú, menos en América Central (4,5). En América Latina se observa prácticamente en todos los países, conociéndose en algunos como México su existencia desde la época Pre-hispánica (6). Sí bien no es causa directa de muerte constituye motivo de incapacidad física temporal y a veces definitiva. En un trabajo realizado por la OMS en 1993 se determinó que la leishmaniasis en sus distintas formas clínicas, afecta aproximadamente a 12 millones de personas en todo el mundo y se pudo calcular en 1994 aproximadamente 100,000 casos nuevos por año para América (7). Es producida por la picadura de un artrópodo (flebótomo), del que habitad es el monte y los esteros con condiciones de clima tropical y sub-tropical (8,9), para la aparición de la enfermedad es necesaria la presencia de reservorios infectados del parásito, vectores y el huésped. Los reservorios son en su mayoría roedores de diferentes géneros, los más frecuentes monos, pumas, osos, hormigueros, ratas, también los perros (10). Los vectores y los reservorios varían en las diferentes zonas y países. La hembra del vector es hematófoga y ataca al ser humano generalmente de manera vespertina. La enfermedad es causada por un protozoario flagelado, de los kinetoplastidas que tienen DNA en forma de kinetoplasto, existiendo dos grandes complejos donde se agrupan diversas especies con varias respuestas en el huésped, aunque el estado inmunológico de éste es importante para el desarrollo de los diferentes cuadros clínicos, así como también lo son el número de picadas, estado nutricional, localización de las lesiones y condiciones ambientales, es intracelular obligado del género leishmania, trasmitido al humano desde el reservorio vertebrado por él artrópodo (11) produciendo un complejo de entidades clínicas, muy dispares entre sí, causadas por diversas especies del protozoario con unos patrones epidemiológicos diferentes, produciendo un gran impacto social y económico entre quienes la padecen, que generalmente son trabajadores rurales y de las clases sociales mas carentes, estigmatizada, que provoca rechazo y por tanto el ocultamiento de quien la padece (11,12). La leishmaniasis se clasifica en diferentes formas clínicas: L. Cutánea; L. Muco-cutánea; L. Visceral; L. Cutánea difusa, aunque también se tiende a reducirlas a 3 formas clínicas: viscerales, cutánea y mucocútanea, que a su vez se puede agrupar en dos formas básicas la visceral y la cutánea, ya que para algunos autores la forma muco-cutánea sería producida por una generalización de las lesiones cutáneas (13). La leishmaniasis cutánea fue descrita por primera vez en la península de Yucatán por Seidilin en 1912, quien la denominó “úlcera de los chicleros”, además identificó al parásito por impronta y lo considero indistinguible morfológicamente de la leishmania tropical, siendo producida por la Leishmania Brasilensis ó por la Leishmania Mexicana. La lesión cutánea puede resolverse en pocos meses pudiendo ser localizada, discreta y ulcerada con bordes irregulares que a veces cicatriza en 6 meses (chaga tropical), a veces se observa una pápula pruriginosa, que después se transforma en un nódulo el que se puede ulcerar más tarde (14). La leishmaniasis muco-cutánea, es producida fundamentalmente por la leishmania brasilensis produce lesiones húmedas ulceradas o no, puede afectar laringe, unión muco-cutánea del septo nasal, ano, vulva, mucosa oral localizándose con gran frecuencia en el paladar duro ocasionando su destrucción, generalmente se acompañan de adenopatías satélites observa una reacción inflamatoria mixta con linfocitos, células plasmáticas, reacción granulomatosa y macrófagos conteniendo parásitos (13,15,16). La leishmaniasis cutánea difusa es rara, afecta la dermis se observa en Etiopía, África, Venezuela, Brasil y México. Son lesiones nodulares bizarras semejantes a queloides o verrugas, clínicamente se asemeja a la lepra lepromatosa, no se ulcera, histológicamente se observan abundantes macrófagos llenos de parásitos (15,16). La leishmaniasis visceral produce fundamentalmente hepato-esplenomegalia, linfadenopatía, pancitopenia, fiebre, pérdida de peso. Puede además en estadio más avanzado afectar otros órganos como médula ósea, pulmón, tracto gastrointestinal, riñón, páncreas, testículo, el hígado se puede hacer fibrótico (13). Para hacer el diagnóstico se desarrollaron diversos métodos, la detección del parásito por impronta, aislamiento y cultivo para su posterior identificación y el diagnóstico histopatológico que es fundamental con la observación de macrófagos cargados de parásitos, lo que corrobora el diagnóstico, pudiendo observarse dos formas: La lesión temprana que se caracteriza fundamentalmente por la presencia de macrófagos con algunos microorganismos y escasos granulomas tuberculoides y la lesión crónica con menos macrófagos y mayor infiltrado de tipo tuberculoide (13,14,17). Actualmente se conocen al menos 20 especies diferentes de leishmanias patogénicas para los humanos, pero no hay una absoluta correlación entre las diferentes especies y la enfermedad clínica que producen (18). Motivados en la presentación de casos en la región, realizamos un estudio de los pacientes con diagnóstico histológico de Leishmaniasis proponiéndonos conocer la edad. sexo, raza y localización anatómica más afectada en nuestros casos
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