Congreso Virtual sobre Anatomía Patológica
ISBN: 978-84-692-76778

PONENCIAS

1719.

Patología molecular en la asistencia diaria. El momento ha llegado.

José Javier Gómez Román[1], Montserrat Nicolás Martínez[2], Montserrat Fernández Álvarez[2], Elena Pelaz Díez[2], Emilia Fernández Palenzuela[2], Servando Lazuén Fernández[2], Joé Fernando Val-Bernal[2]
(1) Dpto Anatomía Patológica Hospital Universitario Marqués de Valdecilla Santander. España ESPAÑA
(2) Hospital Universitario Marqués de Valdecilla Santander ESPAÑA

Introducción

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La Anatomía Patológica ha estado expuesta desde su nacimiento a una evolución constante que ha sido paralela a la evolución de la propia medicina. No en vano, la observación de las lesiones anatómicas producidas por la enfermedad formó la base de la que fue llamada Medicina científica. Todos estos cambios han venido acompañados en mayor o menor medida por la aparición de nuevas herramientas que proporcionaban visiones diferentes de la patología. Así, lo que comenzó siendo un análisis de los órganos en pacientes fallecidos sólo con la pura observación macroscópica, pasó bien entrado el siglo XIX a integrar las imágenes microscópicas para formar un cuerpo de doctrina tal y como lo ideó Rudolph Virchow (Figura 1). En el siglo XX se incorporó otra técnica visual como es la microscopía electrónica y a finales del siglo pasado otras herramientas más sofisticadas como la inmunohistoquímica o la hibridación in situ ganaron popularidad entre los patólogos.
Todas estas tecnologías, se abrieron camino entre la comunidad con relativa facilidad ya que sólo se trataba de incorporar imágenes de mayor o menor resolución, es decir, la morfología seguía siendo la base y el fundamento del diagnóstico y no era necesario un cambio en la metodología de laboratorio ni de análisis.
En la actualidad asistimos a una explosión de nuevas tecnologías que utilizan métodos heredados de la biología, la química o la física, y que proporcionan resultados de difícil interpretación para los que siempre hemos sido morfólogos. La aplicación de estas técnicas resulta además dificultosa para unos laboratorios de Anatomía Patológica acostumbrados a trabajar sobre portaobjetos y cortes. Estas características hacen que muchos patólogos sean reacios a incorporar estas tecnologías arguyendo que son “cosas de biólogos”.
Sin embargo, ¿por qué ponemos el límite para el objeto de nuestro análisis y nuestro diagnóstico en el tamaño de la estructura a analizar? ¿Qué diferencia hay entre encontrar lesiones en los brazos de dineina de un cilio o mutaciones en un gen? ¿No es todo ello patología? ¿No es el patólogo el que puede interpretar e integrar los datos clínicos, morfológicos y moleculares para facilitar un diagnóstico y un tratamiento correcto?
El Dr Ruy Pérez Tamayo decía en su Introducción a la Patología: “Cada nivel de organización presenta sus propias características de reacción a la enfermedad, de manera que el estudio de la Patología en determinados niveles nos proporciona datos que no podrían obtenerse ni ser reemplazados por la información derivada de niveles superiores o inferiores
. Es decir, si nos limitamos a ser morfólogos puros, o microscopistas electrónicos o patólogos moleculares únicamente, estaremos irremediablemente limitados en nuestra labor como médicos y seguiremos haciendo la misma patología que Rokitanski fundó en el siglo XIX, a espaldas del hospital con la mente puesta únicamente en la excelencia diagnóstica y perdiendo toda dimensión clínica.
Por tanto, el planteamiento de esta charla es el de acercar a todos aquellos compañeros que quieran compartirla un enfoque particular no sólo acerca de la patología molecular si no de cómo integrarla en un entorno asistencial como el que nos ocupa a la mayor parte de nosotros. Por otro lado, podría pensarse que todo esto se refiere únicamente a las expectativas de futuro en nuestra especialidad, la Anatomía Patológica. Sin embargo, me gustaría que la perspectiva fuera más amplia porque pienso que con este enfoque integrador el patólogo debería recuperar la dimensión como médico, reivindicar nuestro papel como facultativo clínico responsable del cuidado del enfermo y recalcar la importancia de nuestro trabajo en el nuevo entramado de la medicina del siglo XXI.

 

  Figura 1 - Rudolf Virchow
Figura 1 - Rudolf Virchow




Y DE REPENTE LLEGÓ LA PATOLOGÍA MOLECULAR    

Han sido precisos más de veinte siglos de evolución para llegar a una práctica médica basada en la evidencia de las lesiones. La medicina moderna en cuanto científica, ha sido en gran medida un regalo del microscopio como bien dijera D. Pedro Laín Entralgo. Sin embargo, como contraste podemos observar como aquel invento del siglo XVIII tardó más de 100 años en poder ser aplicado al estudio de la enfermedad. Incluso grandes médicos como Xavier Bichat, ridiculizaban las imágenes que en él se obtenían y las describían como artefactos. Hoy en día, y debido en gran parte a la capacidad de difusión de la información, han bastado 50 años para pasar del descubrimiento de la estructura interna del ADN por Watson, Crick, Wilkins y Franklin (Figura 2) a la secuenciación del genoma humano.
Y lo que es más sorprendente, la evolución en el conocimiento de la mano de las tecnologías de análisis masivo que ha posibilitado la informática va a provocar un avance de manera exponencial. Así, en el siglo XXI experimentaremos mucho más de 100 años de evolución, estimándose que en realidad será el equivalente a más de 20.000 años. El conocimiento científico se doblará en los próximos 3 años y el biológico se duplicará en los próximos 5 años. Parece increíble pero la suma actual del conocimiento humano es sólo el 1% de lo que será en 2050
Sin embargo, existe una barrera a la aplicación de estos avances en la asistencia diaria. La gran separación que ha existido siempre entre los mundos académico y asistencial, entre la investigación básica y los hospitales. Este cisma pervive y en gran parte se debe a la falta de profesionales con una firme formación investigadora que tengan asimismo una función y conocimiento asistencial.
Los cambios sociológicos y de estructura de la sociedad van a marcar asimismo la evolución de la medicina y sus necesidades y de hecho, gran parte  del trabajo asistencial del patólogo hoy en día está en relación directa con el cáncer, en forma de cribado, monitorización de lesiones premalignas, diagnóstico tumoral, determinación del estadio patológico, descripción de factores pronósticos y predictivos, complicaciones del tratamiento y seguimiento para el diagnóstico de segundas neoplasias.
En el siglo pasado la forma de trabajar en los hospitales era la de esperar a que el enfermo mostrara síntomas, se realizaba un diagnóstico morfológico y una clasificación fenotípica del tumor, la terapéutica se basaba en regímenes genéricos y los tratamientos tenían efectos adversos impredecibles. Hoy, la medicina oncológica es ya una medicina molecular, basamos el diagnóstico en la detección precoz y la prevención, la caracterización molecular de las rutas implicadas, las terapias personalizadas y los tratamientos basados en datos farmacogenéticos y farmacogenómicos.
Por tanto, las funciones del análisis patológico están cambiando, al igual que las herramientas a utilizar y van más allá del diagnóstico y clasificación. Debe incluir una caracterización molecular con factores predictivos y no únicamente pronósticos. El volumen de datos relevantes aumenta, la complejidad del análisis se incrementa y el contexto médico también cambia con la aparición incesante de nuevas dianas terapéuticas.
El patólogo es por tanto, la clave de la medicina personalizada, donde la muestra es el centro de interés, los patólogos explotan los datos y deberían ser capaces de sintetizar e interpretar los hallazgos en el contexto clínico adecuado.

 

  Figura 2 - James Watson, Francis Crick, Maurice Wilkins y Rosalind Franklin, los descubridores de la estructura interna del ADN. Nuestro más sincero homenaje a Rosalind Franklin, la autora de la célebre foto 51 a la que la historia le debe en gran medida este descubrimiento
Figura 2 - James Watson, Francis Crick, Maurice Wilkins y Rosalind Franklin, los descubridores de la estructura interna del ADN. Nuestro más sincero homenaje a Rosalind Franklin, la autora de la célebre foto 51 a la que la historia le debe en gran medida este descubrimiento




¿QUÉ PODEMOS APORTAR HOY DESDE LOS SERVICIOS DE ANATOMÍA PATOLÓGICA DE LOS HOSPITALES?    

Todo lo que se va a exponer a continuación está tomado de la experiencia real de nuestro hospital, donde desde hace más de 10 años se trabaja en una Unidad de Patología molecular y se intenta integrar esta metodología en la asistencia de rutina.
Trataremos fundamentalmente de cinco puntos que son:

1.      Diagnóstico precoz

2.      Seguridad diagnóstica con mínima invasión

3.      Evaluación tras tratamiento

4.      Indicaciones de tratamiento

5.      Incorporación de nuevas tecnologías

En gran medida estas aportaciones tendrán como protagonistas al cáncer y a los pacientes inmunodeprimidos, ya que los pacientes portadores de trasplante tanto de órgano sólido como hematopoyético son cada vez más y con patologías más complejas
 
  1. Diagnóstico precoz

En el caso del cáncer, las manifestaciones clínicas aparecen cuando el tumor alcanza más o menos 1 cm de diámetro, o lo que es lo mismo, cuando lo forman unas 1000 millones de células. Hasta el momento, con honrosas excepciones, el diagnóstico no se alcanzaba hasta que los tumores se hallaban en dicha fase sintomática con lo que los tratamientos perdían gran parte de su eficacia y el pronóstico se ensombrecía.

Uno de los triunfos de la medicina molecular ha sido el demostrar que existen alteraciones genómicas características que se presentan en estadios tempranos de la enfermedad y que en condiciones ideales se podría detectar una célula tumoral entre una población celular normal. Estos conceptos son los que soportan la idea de diagnóstico molecular precoz.

Sin duda hoy en día el protagonista de las técnicas moleculares relacionadas con el diagnóstico precoz es el Virus del Papiloma humano. Está fuera de toda duda la relación del VPH con el desarrollo del carcinoma de cuello uterino. Nosotros como patólogos, tenemos la experiencia de muchos años de observar las lesiones preneoplásicas del cuello uterino, y debemos tener una presencia fundamental, tanto desde el punto de vista asistencial, ayudando a decidir, en qué momento y a qué pacientes se debe practicar la determinación clínica de VPH, como desde el punto de vista de gestión y de decisión en políticas de vacunación y de elaboración de programas de detección precoz. Dichos programas de cribado no se encuentran agotados y han demostrado su eficacia. Depende de nosotros el integrar las nuevas tecnologías sin dejar de lado las técnicas que nos han acompañado durante muchos años y que han hecho disminuir significativamente las cifras de mortalidad por cáncer de cuello uterino.
La metodología para la detección de VPH es variada y muchos laboratorios tienen experiencia tanto en técnicas de captura de híbridos como de PCR. Nuestra recomendación es que cada servicio debe evaluar los pros y los contras de cada una de las técnicas, el personal del que dispone, experiencias previas y el proyecto de futuro. No deberíamos sin embargo, dejar que se nos impongan técnicas basado únicamente en comentarios comerciales. El estudio y el sentido común nos ayudarán a decidir.
Otro tumor donde hemos trabajado es el melanoma maligno donde aportamos a la asistencia el diagnóstico de células aisladas metastasicas en el ganglio centinela y en sangre periférica mediante retrotranscripción y amplificación del RNA mensajero de la enzima tirosinasa.
Brevemente se trata de un procedimiento de extracción de RNA total tanto de sangre como de tejido ganglionar congelado que se somete posteriormente a un proceso de retrotranscripción (es decir, transformación en DNA complementario mediante un enzima llamado retrotranscriptasa) y después a una amplificación mediante PCR con visualización en gel (Figura 3).
Este procedimiento tiene una sensibilidad analítica de 1 célula neoplásica en un fondo de 106 células y hasta el momento tiene una especificidad del 100% ya que sólo las células de estirpe melánica contienen el mensajero de la tirosinasa. La única entidad que es preciso descartar es la presencia de un nevus en el ganglio linfático sujeto a estudio, pero esto se hace por métodos de microscopía óptica convencional.
La importancia pronóstica del hallazgo de enfermedad molecular tanto en ganglio centinela como en sangre periférica es un asunto controvertido. En nuestra experiencia es preciso un seguimiento a largo plazo para comprobar dicho efecto. Nuestra serie tiene un seguimiento máximo de 8 años y parece observarse una tendencia al peor pronóstico en los casos positivos.
De cualquier forma, este tipo de metodología nos obliga a guardar material congelado en estrictas condiciones de preservación, y nos da la oportunidad de trabajar con materiales diferentes a los tradicionalmente utilizados en los servicios de Anatomía Patológica como la sangre.
No podemos olvidar en este campo aspectos importantes como el hecho de que el diagnóstico a veces no viene dado de una morfología definitiva, si no de una interpretación conjunta de los datos clínicos, morfológicos y analíticos. Uno de los ejemplos más claros al respecto es el de la Enfermedad linfoproliferativa tras el trasplante, entidad claramente asociada al Virus de Epstein-Barr (Figura 4) . En estos casos muchas veces se alcanza un manejo de la enfermedad simplemente con la obtención del dato de la carga viral de VEB en sangre (Figura 5). Cuando la carga supera las 1000 copias por ml en sangre periférica en un paciente trasplantado se inicia tratamiento bien con disminución de la inmunosupresión o incluso con fármacos antiCD20 como el Rituximab. Nuestro papel, más que la determinación de la carga viral en la sangre periférica, algo que es responsabilidad de los microbiólogos, es el de detectar en biopsias correspondientes a pacientes trasplantados la presencia de VEB en estadio replicativo, algo que va a implicar que la pauta de inmunosupresión no es la correcta en el paciente. En cuanto al posible efecto patogenético del propio virus es algo que está en entredicho en la actualidad aunque hay datos que apuntan a que este efecto realmente existe y el virus no es un mero pasajero en las células linfoides presentes en la biopsia.
Por tanto, podemos concluir que la patología infecciosa no debe ser algo ajeno a nuestra especialidad, y que al igual que llevamos desde el inicio de nuestra andadura identificando horngos, protozoos u otros agentes por métodos morfológicos o histoquímicos en material e biopsia o autopsia, podemos integrar las nuevas técnicas moleculares para ahondar en la identificación precoz de dichos agentes en la patología quirúrgica en un entorno clínico como por ejemplo el del paciente inmunocomprometido que exige la toma de decisiones terapéuticas de manera urgente.
 

2.     Seguridad diagnóstica con mínima invasión

El avance en los métodos de imagen ha provocado que cada vez sea posible acceder a lugares más escondidos del organismo. Por otro lado, la mejora en los tratamientos oncológicos y la posibilidad cada vez mayor de administrar fármacos neoadyuvantes previos a las soluciones quirúrgicas hace necesario disponer de un diagnóstico certero previo a la intervención. Estos hechos unidos a la mejora en la tecnología de toma de muestras ha provocado que día tras día nos enfrentemos a especimenes más pequeños, dándose la paradoja además que se nos exige mayor cantidad de información con muestras exiguas.

La respuesta por parte del patólogo debe ser la de colaborar con el resto de servicios para poder alcanzar un diagnóstico que sea útil para el enfermo con la menor molestia posible para el mismo y que nos permita obtener la mayor cantidad de información para facilitar el tratamiento más acertado. Pero no sólo debemos implicarnos en alcanzar este objetivo. El patólogo es el garante de la conservación del tejido y debe, debemos, asegurarnos que si el paciente necesita en un futuro una nueva determinación que quizá ahora ni nos imaginamos, pueda tener acceso a ella. Por tanto, el establecimiento de Biobancos está íntimamente unido a nuestra labor asistencial.
Este enfoque puede parecer arriesgado ya que nos implicaría definitivamente en la clínica y como todo cambio puede resultar traumático. Es decir, por fin podríamos decir que somos realmente “clínicos”. La ruptura de la inercia en una especialidad que siempre ha estado ligada a los sótanos de los hospitales y apartada de la toma de decisiones puede resultar difícil, pero el patólogo debe asumir su responsabilidad y estar en la cabecera del enfermo, integrado en equipos multidisciplinares donde se deciden los tratamientos y actitudes a seguir y no ser un mero consultor de casos poco frecuentes y distribuidor de fragmentos de tejido para diferentes laboratorios.
Ejemplos de lo que se puede conseguir con mínimos fragmentos de tejido existen en todos los servicios. No hay que tener miedo a realizar pruebas avanzadas a biopsias pequeñas, bloques celulares o material citológico. Aprendemos de nuestra experiencia y de la de los demás.
La posibilidad de realizar reordenamientos clonales en material de punción aspiración con aguja fina (Figura carril 7) en patología tiroidea nos ha proporcionado varios diagnósticos de linfoma en pacientes con Tiroiditis de Hashimoto confirmados en la resección quirúrgica. El mismo procedimiento resulta de ayuda en gastroscopias con sospecha de linfoma al igual que las técnicas de FISH para la detección de la t(11;18). En pacientes pediátricos con neoplasias de partes blandas es fundamental establecer un diagnóstico certero con el mínimo disconfort para el paciente. La posibilidad de realizar PCR para la detección de la t(11;22) o las técnicas de FISH (Figura 6) nos permiten una fiabilidad excelente con la mínima cantidad de tejido.
De nuevo, nuestro conocimiento de la enfermedad debe ser el que nos lleve a aplicar las técnicas más adecuadas en cada momento, siempre en contacto con los oncólogos y el resto de especialistas, lo que nos permitirá conocer el alcance de nuestro diagnóstico y de los datos accesorios.
 
  1. Evaluación tras tratamiento

Como ya hemos resaltado previamente, la presencia de los tratamientos neoadyuvantes es cada vez más frecuente y el papel del patólogo quirúrgico pasa por evaluar las masas tumorales que son extirpadas tras un tratamiento bien quimioterápico, radioterápico o con nuevas disciplinas como la radiofrecuencia. Es preciso por tanto, afinar los métodos diagnósticos para que nos permitan la detección de células tumorales viables en el seno de masas necróticas.
Nuestro papel puede ampliarse asimismo a otro tipo de muestras con las que no estamos habituados a tratar. Ya hemos comentado aquí la posibilidad de detección en sangre periférica de células circulantes de determinadas neoplasias sólidas basada en tecnología de PCR con retrotranscripción. Podemos trabajar con sangre y aplicar metodologías conocidas para la detección de traslocaciones o reordenamientos clonales en el caso de linfomas que indicarían la presencia de enfermedad molecular residual y que está reconocida como tal con implicaciones terapéuticas directas.
La evaluación tras el tratamiento es también fundamental en el caso del carcinoma de cuello uterino. Si conocemos el genotipo de Virus del papiloma humano implicado en el desarrollo de las lesiones preneoplásicas o del carcinoma de cervix, la detección en el seguimiento de una paciente sometida a resección quirúrgica previa del mismo genotipo viral supondrá una recidiva de la enfermedad que suele incluso preceder a la recidiva morfológica (Figura 7). Este hecho implica una actitud quirúrgica más agresiva. Sin embargo, si se detecta otro genotipo diferente al anterior se tratará de una neoinfección viral y por tanto estará sujeta al comportamiento habitual en estos casos, es decir, una posibilidad de aclaramiento viral elevada sin que la paciente deba ser sometida a actitudes quirúrgicas agresivas.
 
  1. Indicaciones de tratamiento

El patólogo ha aprendido durante muchos años a ser un morfólogo, es decir, a interpretar las lesiones macro y microscópicas de los tejidos para realizar un diagnóstico basado en dichos hallazgos. La obtención de ese diagnóstico, con todas las características que permitieran el tratamiento correcto del enfermo ha sido y es nuestra misión fundamental. Pero como ya hemos dicho, los tratamientos están sufriendo una evolución constante, muchas veces vertiginosa, y nuestros diagnósticos no pueden ni deben estar ya sustentados únicamente en las características morfológicas.
Por otra parte, la mayor parte de los facultativos no entienden los test de base genética, con lo que la aplicación de manera alocada de las nuevas tecnologías puede ocasionar, tiempos prolongados de lo que se conoce como ensayo-error, tratamientos sub-óptimos y un incremento en los costes. Un ejemplo sencillo es lo que ocurre en un campo en teoría tan conocido como es la diabetes. A pesar de todos los avances en el tratamiento, más del 60% de los pacientes con diabetes tipo II tienen niveles de glucosa en sangre mayores de lo recomendado.
Este hecho nos resulta evidente en el caso del carcinoma de mama.  Ningún patólogo se limita ya a dar un diagnóstico únicamente de carcinoma ductal o lobulillar, si no que aporta datos complementarios acerca de la presencia de receptores de estrógenos, progesterona y estado del oncogén Her2neu. Quizá este esfuerzo ha resultado más sencillo de realizar porque todos los datos se obtienen de un examen microscópico y de determinadas características celulares. Este último año, sin embargo, ha aparecido en el mercado una nueva tecnología basada en microarrays de baja densidad, que evalúa el estado de expresión de varios genes y que por tanto no está unida al examen microscópico directo, si no que implica una metodología drásticamente diferente. Quizá estas técnicas no puedan ser aplicadas (ni sean probablemente necesarias) en todos los casos, pero debemos estar preparados para procesar nuestros tejidos de acuerdo con criterios de calidad que permitan la realización de estos y otros tipos de ensayos más complejos.
Esto es labor asistencial. La organización de los biobancos, debe recaer en los especialistas de Anatomía Patológica que han sido siempre los garantes de la calidad y del procesamiento de los tejidos. La reciente Ley de Investigación Biomédica en España exige una serie de características desde el punto de vista organizativo, de personal, de calidad y éticos que debemos cumplir, siempre en colaboración con el resto de los servicios clínicos y con las gerencias de los hospitales. Es preciso indicar que los Biobancos no son sólo repositorios de tejido, si no que deben contemplar la presencia de otro tipo de material biológico y que deben tener unos criterios claros de orden y destino. Es decir, tener clara su misión, estar al servicio del enfermo en primer lugar y de la investigación, con estructuras en red que permitan la colaboración entre diferentes grupos.
Pero no todo el avance en la actualidad se encuentra en relación con el cáncer de mama. Los adenocarcinomas de colon en estadio avanzado deben ser analizados para determinar el estado del oncogén KRAS (Figura 8). Una mutación en dicho oncogén conlleva la inhabilitación para tratamientos con anticuerpos frente al receptor del Epidermal growth factor (EGFR), algo que ya está aprobado por agencias internacionales como tratamiento rutinario.
Los adenocarcinomas pulmonares también deberían ser evaluados desde el punto de vista molecular para evaluar la presencia de mutaciones en el gen de EGFR, algo que proporciona asimismo la posibilidad de tratamientos.
Todo esto es en definitiva lo que se ha dado en llamar el “Taylor made treatment” es decir, el tratamiento a la medida, y el patólogo debe ser responsable, igual que lo ha sido durante muchos años, de dar toda la información necesaria para proporcionar el régimen terapéutico  más apropiado para enfermo. Invertir en el diagnóstico salva vidas y ahorra dinero.

 

  1. Incorporación de nuevas tecnologías

Hasta hace muy pocos años, e incluso hoy en día en muchos establecimientos públicos existía una separación, un cisma entre la investigación básica y la investigación aplicada (lo que hoy conocemos como investigación traslacional). Este “divorcio” era el responsable de la escasez de hallazgos que acababan siendo aplicados en la asistencia diaria. La visión de un hospital con profesionales asistenciales implicados directamente en proyectos de investigación, bien en solitario (algo no deseable) o en colaboración con servicios básicos, con la universidad o incluso con empresas de la esfera privada es no sólo deseable, si no imprescindible para conseguir investigación de calidad que redunde en el bienestar del enfermo.
Un equipo hospitalario que colabore en el desarrollo de un sistema de proteómica para la detección de determinado tipo de enfermedad (Figura 9) será el primero en poder facilitarlo a sus enfermos, publicará sus resultados en revistas de prestigio con lo que podrá conseguir más proyectos, podrá incluso generar patentes y gestionar sus propios fondos de investigación y la tecnología conseguida será utilizada en la rutina con lo que el ciclo quedará cerrado.
Nuestra experiencia al respecto indica que el hospital, los especialistas en Anatomía Patológica no deben ser únicamente unos “suministradores de tejido” ya que en primer lugar el cansancio y la ausencia de estímulo hace que este tipo de colaboración termine pronto con resultados decepcionantes para ambas partes, y en segundo lugar se pierde todo el acerbo de conocimiento que el patólogo puede aportar. La participación en proyectos con la industria farmacéutica o con la emergente industria biotecnológica es algo reconfortante para las dos partes en condiciones de igualdad. Es raro el proyecto en que no  se produzca el conocimiento suficiente para que todos obtengan beneficio, lecturas de tesis, artículos y consecución de fondos en convocatorias públicas y productos potencialmente comercializables.

 

  Figura 3 - Electroforesis en gel de agarosa de un procedimiento de RT-PCR frente a la enzima tirosinasa en un ganglio centinela de un paciente con melanoma
Figura 3 - Electroforesis en gel de agarosa de un procedimiento de RT-PCR frente a la enzima tirosinasa en un ganglio centinela de un paciente con melanoma


  Figura 4 - PCR frente a virus de la familia del virus herpes humano. Procedimiento PCR-ELISA. Determinación positiva para Virus de Epstein-Barr en un caso de Enfermedad linfoproliferativa post-trasplante en biopsia ganglionar
Figura 4 - PCR frente a virus de la familia del virus herpes humano. Procedimiento PCR-ELISA. Determinación positiva para Virus de Epstein-Barr en un caso de Enfermedad linfoproliferativa post-trasplante en biopsia ganglionar


  Figura 5 - PCR cuantitativa a tiempo real frente a Citomegalovirus mostranto diferentes casos. Material de partida, tejido fijado en formol e incluido en parafina. Cuantificación de la carga viral
Figura 5 - PCR cuantitativa a tiempo real frente a Citomegalovirus mostranto diferentes casos. Material de partida, tejido fijado en formol e incluido en parafina. Cuantificación de la carga viral


  Figura 6 - FISH mostrando un caso positivo para la traslocación t(11;22) en un caso de masa paravertebral en paciente adulta. La sospecha inicial fue de metástasis por carcinoma de células pequeñas de origen pulmonar. El diagnóstico final fue de PNET. Sonda break-apart
Figura 6 - FISH mostrando un caso positivo para la traslocación t(11;22) en un caso de masa paravertebral en paciente adulta. La sospecha inicial fue de metástasis por carcinoma de células pequeñas de origen pulmonar. El diagnóstico final fue de PNET. Sonda break-apart


  Figura 7 - PCR e hibridación en array de baja densidad para la identificación y tipificación de Virus del Papiloma humano
Figura 7 - PCR e hibridación en array de baja densidad para la identificación y tipificación de Virus del Papiloma humano


  Figura 7 - Carril - Imagen de electroforesis capilar en un caso de linfoma. Se trata de un reordenamiento de la región FR1-JH en el que se observa una población monoclonal
Figura 7 - Carril - Imagen de electroforesis capilar en un caso de linfoma. Se trata de un reordenamiento de la región FR1-JH en el que se observa una población monoclonal


  Figura 8 - Informe de un paciente con mutación en el codón 12 de KRAS
Figura 8 - Informe de un paciente con mutación en el codón 12 de KRAS


  Figura 9 - Gel 2D de proteómica en un proyecto de investigación realizado en nuestro departamento
Figura 9 - Gel 2D de proteómica en un proyecto de investigación realizado en nuestro departamento




REFLEXIONES FINALES    

A lo largo de estas líneas he expresado el resultado de nuestra experiencia en la aplicación de la Patología molecular a la práctica diaria y me gustaría acabar con una serie de reflexiones.
Nos encontramos en una encrucijada que marcará de manera dramática nuestro futuro inmediato. Hasta hace unos años ni siquiera nos planteábamos que pudiéramos ver de forma directa un cambio provocado por nosotros mismos ya que la evolución era tan lenta que el futuro sería el que podrían ver nuestros descendientes.
Ahora, podemos preguntarnos ¿qué está ocurriendo en la medicina? Y en qué forma afectarán estos cambios a nuestra especialidad. Hoy, más que nunca cobran vida las palabras de Abraham Lincoln “The strugle of today, is not altogether for today, it is for a vast future also”
La medicina personalizada puede parecer en el momento actual un gasto que no tiene un reflejo en los resultados, pero su efecto se comienza a ver incluso  hoy. ¿Cuándo queremos incorporarnos a la nueva medicina? ¿Realmente sabemos lo que necesitan nuestros pacientes? O es más sencillo esconderse tras el microscopio esperando que nuestras gerencias acudan a pedirnos que montemos nuevas técnicas y traigan el dinero en la mano? Los patólogos tenemos una tendencia a refugiarnos en las consideraciones técnicas. Estas no son técnicas clásicas de Anatomía Patológica, no las entiendo, son herramientas de biólogo...
Yo me pregunto entonces, ¿Qué hubiera ocurrido si los radiólogos sólo quisieran interpretar las imágenes obtenidas de acuerdo con las proyecciones clásicas y no hubieran aprendido a trabajar de otra manera? ¿O si los microbiólogos sólo quisieran identificar microorganismos basados en geles de ágar?
El miedo no debe existir ya que los patólogos tenemos el hábito de desarrollar tests de laboratorio, interpretamos las pruebas, integramos la información con la procedente de la cabecera del enfermo y firmamos diagnósticos todos los días, Además jugamos un importante papel en la utilización de los recursos identificando las pruebas que merece la pena incorporar a los hospitales, con la conciencia además bien desarrollada de estar utilizando fondos públicos limitados.
En la medicina actual, el patólogo deberá evaluar los datos obtenidos en su laboratorio (morfológicos y no morfológicos), en el contexto de una información privilegiada de historia mórbida personal y familiar; deberá incluir esta información en un informe estructurado con recomendaciones de actuación para el médico solicitante (que a menudo carecerá de la formación necesaria para interpretar los datos moleculares) y comunicará la información por vía electrónica o directamente. Por supuesto, la interacción entre el facultativo solicitante del estudio y el patólogo deberá ser muy estrecha con sesiones habituales e incluso el patólogo deberá estar preparado para proporcionar la información adecuada al propio paciente.
En conclusion, debemos estar preparados porque el futuro sobre el que especulábamos hace 10 años ya está aquí. Y debemos recordar que “Cuando llega el futuro, existen tres tipos de personas: aquéllas que lo dejan llegar, aquéllas que lo hacen llegar y aquéllas que se preguntan cómo llegó”

 

 

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