Discusión
Una vez cumplimentadas las tareas que corresponden al diseño metodológico del trabajo, se procede a la presentación de algunos de los resultados y su discusión, considerándose su organización a partir del diseño del instrumento; lo que permite mantener la secuencia lógica del procesamiento.
Caracterización de la población y la muestra.-
Se aprecia en el Cuadro No. 1, que del total de 153 fallecimientos en víctimas fatales de lesiones ocurridos en el período estudiado, 25son remitidos al Instituto de Medicina Legal desde hospitales con servicios especializados de atención a los lesionados lo que permite considerar este dato como favorable dado que garantiza, según el sistema de salud cubano, una mejor atención de urgencia a los lesionados, y 10 desde otros hospitales; se excluyen 118 casos para el estudio; unos por haber fallecido en el lugar del hecho y otros por haber llegado fallecidos a las unidades hospitalarias. La muestra queda constituida por 35casos que son los que reúnen los requisitos establecidos en el diseño metodológico presentado para hacer el análisis integral propuesto.
Las lesiones que resultan en fallecimientos son más frecuentes en los grupos de edades entre 15 y 44, representando el 80% de ellos, distribuido casi uniformemente entre los grupos de edades de 15 a 24, 25 a 34 y 35 a 44 (Cuadro No. 3) (Figura No. 1); hecho éste de consideración ya que se trata de adultos jóvenes en edad laboral y socialmente activos con el consiguiente impacto económico y social. Coincide el comportamiento de la edad en la unidad de análisis con los resultados, para esta variable, de estudios realizados sobre el homicidio (Rodríguez Suárez G y colaboradores, 2002) (Ekere AU; Yellowe BE; Umune S; Niger J, 2005)).
Como se aprecia en el Cuadro No. 4 (Figura No. 2), es mayor la frecuencia absoluta y relativa de los fallecidos del sexo masculino en nuestra unidad de análisis ( 88.6%), coincidiendo con la literatura revisada (Goel A; Kumar S y Bagga MK,2004) (Ekere AU; Yellowe BE; Umune S y Niger J, 2005) para la muerte violenta en general y para la mortalidad por homicidio en particular (Rodríguez González B y Rodríguez López J, 2006); así como con las estadísticas de años anteriores del Instituto de Medicina Legal; aunque no resulten comparables.
Una dificultad encontrada durante la realización del trabajo es el hecho de que, en el 88.6% de los fallecidos estudiados, no se puede precisar la variable referida al estado de salud previo, ya sea por el estado de gravedad en que son conducidos estos lesionados a los centros hospitalarios, porque su traslado haya sido efectuado por desconocidos o por otras razones; no obstante la causal, es importante destacar que ignorar esta información puede influir negativamente en los resultados derivados de la atención médica a la víctima.
De los medios empleados para provocar las lesiones que resultan fatales (Cuadro No.6) (Figura No. 3) existe un franco predominio del empleo del arma blanca (62.9% del total), seguido del agente contundente. Estos resultados no coinciden con la literatura revisada (MacLeod JB; Cohn SM; Johnson EW y McKenney MG, 2007)donde se señala que son provocadas, fundamentalmente, por el efecto de las armas de fuego.
La valoración de la primera asistencia médica y su rapidez, aunque no es un objetivo de este trabajo, es un elemento de la calidad de la atención médica y puede influir en el resultado fatal o no de las víctimas de lesiones heteroagresivas, llamando la atención que sólo 8 de las víctimas estudiadas la reciben; de ellas 5 en policlínicos y 3 en hospitales diversos, previo al ingreso hospitalario.
Caracterización de las víctimas fatales según elementos aportados por la atención hospitalaria.-
Para la realización de los análisis de coincidencia diagnóstica se hace necesaria la caracterización, según las variables y el instrumento diseñado, de la atención hospitalaria.
La muerte temprana, considerando sus dos subdivisiones ocurre (Cuadro No. 9) (Figura No. 4) con mayor frecuencia, en la muestra estudiada, en el 71.4% de los casos, de los cuales 20 fallecen entre 1 y 24 horas de estadia hospitalaria; la muerte tardía (72 horas ó más) se presenta en 9 casos; confirmando que debe velarse por la calidad de la atención médica y elevarla, para mejorar el pronóstico del lesionado, que fallece frecuentemente en las primeras horas, como ocurre en el presente estudio.
Este resultado se comporta con frecuencias relativamente superiores a las señaladas en otros estudios; en particular para las muertes tempranas y tardías; en contraposición a las inmediatas en que los datos de este estudio se comportan por debajo de las cifras señaladas (Rodríguez Suárez G y colaboradores, 2002). Esto último se explica porque, en la selección de la muestra del presente trabajo, se excluyen los casos que fallecen en el lugar o durante el trayecto al centro hospitalario.
En el 100% de los casos se aplican procederes terapéuticos; siendo evidente que la mayoría de los 31 casos intervenidos quirúrgicamente (88.6%) es enviado al Salón de Operaciones a manera de emergencias médicas en su relación con las lesiones recibidas por los que resultan fallecidos; excepto en uno de los casos en el que la omisión diagnóstica impide que se realice una intervención quirúrgica que resulta necesaria (trauma cerrado de abdomen) para modificar la evolución fatal.
Este resultado justifica la inclusión de este elemento como una variable a tener en cuenta ya que una valoración inadecuada de la conducta inicial repercute, desfavorablemente, en el pronóstico y la evolución de los lesionados; además, de que una intervención quirúrgica innecesaria o tardía, favorece el desarrollo de complicaciones, otro componente que modifica el resultado final.
No se realiza la comparación propuesta de los procederes, quirúrgicos o no, más empleados en relación con la frecuencia de error diagnóstico clínico para cada uno y con las diferentes causas directas de muerte diagnosticadas por la necropsia médico legal para poder así, examinar su indicación, sus resultados y su posible repercusión en la evolución fatal del lesionado, debido, entre otros, a la ausencia de los elementos clínicos necesarios a partir de la revisión documental realizada.
Al presentar el análisis de las regiones corporales más afectadas, al recibir la víctima las lesiones, se tiene en cuenta, durante la confección del instrumento, la posibilidad de los traumas cerrados o no; lo que justifica la aparición, por ejemplo de lesión en la región torácica y lesión visceral en la región torácica.
Las regiones corporales más afectadas están relacionadas con las lesiones viscerales de las cavidades torácica y abdominal con 7 y 6 casos, respectivamente, representando, entre ámbas, el 37.1% del total de los casos estudiados.
Llama la atención que, independientemente de los medios empleados, las regiones corporales más afectadas resultan las correspondientes a las vísceras torácicas y abdominales. Este comportamiento de la unidad de análisis coincide con el cuadro lesional descrito para estas agresiones en la literatura revisada (Rodríguez Suárez G y colaboradores, 2002), difiriendo en alguna medida del cuadro lesional en ocasión de los hechos de tránsito en que la región craneonencefálica es la más afectada (Mandera M; Wencel T; Bazowski P y Krause J, 2000) (Expósito Tirado JÁ y colaboradores, 2003) (Solomon S, 2005) (Quintanal Cordero N y colaboradores, 2006).
Resultan el encéfalo, seguido del tracto digestivo, el pulmón y el corazón los órganos más afectados, en relación con las regiones y el medio empleado para provocar las agresiones. En el caso de otros órganos, se manifiestan en forma variada, incluyendo lesiones vasculares, musculares y ótras, con menor frecuencia de presentación.
En el caso de los órganos, son más los afectados que el número total de regiones lesionadas; ya que un mismo agente puede provocar daño en más de un órgano de esa región. Los órganos lesionados son de vital importancia para la supervivencia por lo que la atención médica de emergencia y urgencia resultan una necesidad; en tanto muestran la gravedad de la acción contra la integridad corporal de las víctimas.
Atendiendo al tipo de lesión, resultan las hemorragias las lesiones más frecuentes (21 casos). Le siguen en orden de frecuencia las contusiones y las fracturas (5 casos cada una); en su mayoría, relacionadas con el efecto de las armas de fuego y las agresiones con objeto contundente.
Si se toma en consideración la complejidad de las lesiones, atendiendo a la evolución clínica de los que resultan fallecidos, puede apreciarse que son las lesiones únicas las que aparecen con mayor frecuencia (71.4%) en contraposición a los resultados obtenidos en estudios similares realizados (Más García C, 1998) (Ferrer Marrero D y colaboradores, 2001) en el Instituto de Medicina Legal en fallecidos debido a accidentes de tránsito en los que predominan las lesiones múltiples; lo que guarda relación con el tipo de agente y los mecanismos de producción de las lesiones en ellos. Las lesiones múltiples sólo representan el 25.7%, mayormente vinculadas a las agresiones por arma blanca (27.3%); llamando la atención que en un caso no es posible precisar, tras la revisión documental realizada, el medio empleado.
Al tomar en cuenta el análisis del cuadro lesivo, pero desde los resultados de la necropsia medicolegal, puede apreciarse que son las lesiones viscerales en las regiones torácica y abdominal las que predominan, con 9 y 7 casos, respectivamente, representando, entre ámbas, el 45.7% del total de los casos estudiados, seguidas de la región craneoencefálica la de mayor frecuencia de presentación (14.3% del total de fallecidos); coincidencia, en esta unidad de análisis, con las estadísticas de mortalidad general por estas causas del Instituto de Medicina Legal; en forma similar al comportamiento de la valoración clínicaevidenciada durante la revisión de la documentación clínica.
Sólo 3 casos (2 por arma blanca y 1 por agente contundente) presentan combinación de regiones lesionadas; los dos debido a la agresión por arma blanca combinan la región torácica, uno con la abdominal y otro con los miembros, respectivamente. En el caso del fallecido por traumatismo con agente contundente la combinación se produce de una lesión a nivel craneoencefálico con una a nivel de la región abdominal.
En el caso de los órganos más afectados, éstos resultan más que el número total de regiones lesionadas; ya que un mismo agente puede provocar daño en más de un órgano de igual región.
El mayor número de lesiones se encuentran en el encéfalo (8 casos), seguido del tracto digestivo (5 casos) en la región abdominal y el corazón y el pulmón en la región torácica (4 casos respectivamente) En el caso de otros órganos (17 casos del total), se manifiestan en forma variada y a través de diferentes medios, incluyendo lesiones vasculares, musculares y ótras, con menor frecuencia de presentación.
Se insiste, al observar los órganos más lesionados, en la necesidad de la atención médica de emergencia y urgencia; en tanto hace manifiesta la gravedad de la acción contra la integridad corporal de las víctimas.
Atendiendo al tipo de lesión, son las hemorragias las lesiones más frecuentes (26 casos) y aún más en su relación con el resultado de las agresiones por arma blanca (19 de 22 casos). Le siguen en orden de frecuencia las contusiones y las fracturas (5 y 6 casos respectivamente); en su mayoría, relacionadas con el medio empleado al provocar las lesiones.
Si se toma en consideración la complejidad de las lesiones, atendiendo a los resultados de la necropsia, puede apreciarse que son las lesiones únicas las que aparecen con mayor frecuencia (62.9%) en contraposición a los resultados obtenidos en estudios similares realizados (Más García C,1998) (Ferrer Marrero D, 2001) en el Instituto de Medicina Legal en fallecidos debido a accidentes de tránsito en los que predominan las lesiones múltiples; esta variación se explica por el tipo de agente y los mecanismos de producción de las lesiones en ellos. Las lesiones múltiples sólo representan el 31.4%; llamando la atención que en un caso no es posible precisar, tras la realización de la necropsia, el medio empleado; aunque se presume que se haya empleado, como agente lesivo, un agente contundente.
Presentación del resultado del análisis comparativo entre las variables relacionadas con la atención hospitalaria y los resultados de la necropsia medicolegal.-
Una vez concluido el procesamiento de los resultados disponibles a partir de los datos obtenidos, se procede al análisis comparativo entre los elementos provenientes del diagnóstico clínico y de los obtenidos a partir de la realización de la necropsia medicolegal que se han presentado con anterioridad.
Atendiendo a las regiones corporales lesionadas según el medio empleado, a través de la comparación entre los resultados clínicos y de necropsia, se observan (Cuadro No. 20) (Figura No. 6) variaciones en los diagnósticos de las lesiones abiertas en las regiones torácica y abdominal y en la combinación de regiones (más de una lesionada); resultando que en el caso de las vísceras de la región torácica se mantiene el número total de lesiones (8), pero todas son dependientes de la agresión por arma blanca y no como se interpreta clínicamente en que se considera afectada en 7 casos por dicho agente y en 1 por arma de fuego; revelando un error diagnóstico, ya que se deja de diagnosticar una lesión en dicha región por el arma blanca. Durante el ingreso hospitalario se diagnostica una lesión debida al efecto de proyectil de arma de fuego que no se comprueba en la necropsia; no es posible afirmar que este elemento se constituya en un riesgo para la vida del paciente, pero sí se trata de un error diagnóstico.
En el caso de las vísceras de la región abdominal, igualmente, se revelan discrepancias diagnósticas; ya que, aunque también se mantiene el número global de casos (8); se deja de diagnosticar una lesión por arma blanca, en tanto se diagnostica, en esa región, una lesión por agente contundente que no es confirmada durante la realización de la necropsia medicolegal.
Otra diferencia se encuentra en las lesiones que afectan más de una región, donde dejan de diagnosticarse, desde el punto de vista clínico, dos casos, una lesión por arma de fuego y otra lesión por agente contundente; en el caso de otras regiones, se diagnostican durante el ingreso hospitalario 2 casos de lesiones por arma blanca que no cuentan con comprobación necrópsica.
Por supuesto, desaparece con la realización de la necropsia el caso que, desde el punto de vista clínico, se registra como ignorado y que corresponde a un trauma cerrado abdominal.
Sólo 3 casos (2 por arma blanca y 1 por agente contundente) presentan combinación de regiones lesionadas; los dos debido a la agresión por arma blanca combinan la región torácica, uno con la abdominal y otro con los miembros, respectivamente. En el caso del fallecido por traumatismo con agente contundente la combinación se produce de una lesión a nivel craneoencefálico con una a nivel de la región abdominal.
Las regiones torácica y abdominal y la combinación de regiones (que las incluyen) presentan los mayores errores diagnósticos en la totalidad de la muestra estudiada; la autora no encuentra reporte similar en la literatura consultada por lo que no es posible comparar este resultado con ella.
Se realiza un análisis comparativo de los órganos afectados con mayor frecuencia, (Cuadro No. 21) (Figura No. 7) atendiendo a los medios más empleados; apreciándose que el órgano más afectado es el tracto digestivo en arma blanca con 5 casos, todos diagnosticados también clínicamente; y el pulmón y el corazón, con 4 casos respectivamente, igualmente en el arma blanca, existiendo también coincidencia diagnóstica. La elevada frecuencia de la lesión del encéfalo se corresponde con el empleo del arma de fuego y del agente contundente como agentes lesivos.
Las discrepancias diagnósticas se hacen manifiestas en otros órganos, fundamentalmente en las lesiones de vasos arteriales, habiéndose dejado de diagnosticar 3 casos en que el agente empleado es el arma blanca. Una lesión hepática no es diagnosticada por los médicos de asistencia, resultando el mismo caso (ya comentado) en que no se hace la intervención quirúrgica. Es evidente que estos errores diagnósticos (Cuadros No. 20 y No. 21) deben tenerse en cuenta en la práctica médica porque pueden significar la muerte o la limitación del lesionado para su reincorporación a la sociedad, además de las restantes consecuencias que se han enumerado durante la realización del trabajo.
En el Cuadro No. 22 (Figura No. 8) se manifiesta la comparación entre la variedad de lesión y el medio empleado para provocarla a partir de los diagnósticos clínicos y de necropsia, siendo comentable que es en esta comparación donde se registra un mayor número de discrepancias entre los diagnósticos; ya que sólo hay coincidencias en los diagnósticos de las contusiones y las rupturas viscerales; las primeras en su relación con los traumatismos craneoencefálicos ya por agente contundente o por arma de fuego cuyas manifestaciones son características.
Lamentablemente no ocurre igual en el caso de las fracturas y aún peor, en el caso de las hemorragias donde es más manifiesta la diferencia (-5 casos dejados de diagnosticar clínicamente) y que pudieran determinar un cambio en la evolución del lesionado de haberse diagnosticado.
El análisis comparativo del diagnóstico de la complejidad de la lesión (número de lesiones) en relación con el agente lesivo empleado (Cuadro No. 23), desde ambos puntos de vista, clínico y de necropsia, refleja que el mayor error diagnóstico está en los casos con 2 ó más localizaciones con una diferencia de 2 casos, siendo las lesiones viscerales abdominales las 2 omitidas en los diagnósticos clínicos; 1 caso en que se desconoce la localización desde el punto de vista médico (presuntamente por agente contundente) y el otro 1 caso que se interpreta como lesión única y resulta múltiple (herida por arma blanca).
Ocurre la omisión diagnóstica sobre todo cuando hay lesiones en varias localizaciones de lesiones, al igual que se reporta en el trabajo para optar por el título de especialista de primer grado en Medicina Legal de la Dra. Más García y en la investigación que sobre el tema realiza posteriormente la Dra. Ferrer Marrero y colaboradores.
En su relación con el medio empleado, las lesiones únicas son de mayor frecuencia relativa en los casos de agresión con agente contundente, tanto desde el punto de vista del diagnóstico durante la asistencia hospitalaria como el de necropsia a pesar de las discrepancias diagnósticas que significan valores de 83.3% y 66.6%, respectivamente; seguidas de las agresiones con arma blanca en que a pesar de su elevada frecuencia, experimentan un discreto decrecimiento en la relación asistencia/necropsia (72.7% y 68.2%, respectivamente). Las lesiones múltiples sólo representan el 25.7% y el 31.4% según se trate del diagnóstico médico o de necropsia, mayormente vinculadas a las agresiones por arma blanca (27.3% y 31.8%); llamando la atención que en un caso no es posible precisar, tras la revisión documental realizada, el medio empleado.
Las causas directas de muerte más frecuentes, según los diagnósticos de la necropsia medicolegal, resultan el shock hipovolémico, con 17 casos, seguido de la lesión de centros nerviosos superiores en un 20%; explicado, entre otros, por los agentes vulnerantes más empleados (las armas blancas para el shock hipovolémico y las armas de fuego y los agentes contundentes para la lesión de centros nerviosos superiores).
Dados los elementos de región y órgano lesionados que aparecen en el desarrollo del trabajo, es comprensible que en el 48.6% de los casos la causa directa de muerte corresponda a aquélla vinculada a la hipovolemia por pérdida hemática, en su relación con las heridas y lesiones viscerales provocadas por el arma blanca, como agente causal.
Estas complicaciones pueden ser explicadas por las consecuencias derivadas de la acción de los agentes empleados sobre el organismo y también por el fallecimiento temprano de las víctimas (las primeras 24 horas), que implica que sean menos frecuentes las llamadas complicaciones tardías de los lesionados, habitualmente relacionadas con estadias prolongadas. En “Otras” se incluyen causas como el daño múltiple de órganos, el shock medular, la lesión de órgano vital y la insuficiencia respiratoria aguda.
Al establecerse una relación binaria de acuerdo y desacuerdo, a través de un análisis literal de la entidad enunciada en los documentos revisados (Cuadro No. 25), se encuentra coincidencia diagnóstica en relación con las causas directa de muerte en 18 casos (54.3%), incrementándose a 27 (77.3%) después del análisis de los criterios emitidos a través de una valoración médica del pensamiento diagnóstico reflejado, diferencia que se explica por el poco empleo por parte de los médicos de asistencia del Manual de Clasificación Internacional de Enfermedades y Causas de Muerte, al igual que se reporta en estudios similares dirigidos y realizados por Ferrer Marrero. En el 100% de los casos los médicos de asistencia reflejan un criterio al respecto, lo que permite evaluar este resultado como un dato favorable en relación con estudios anteriores.
Del total de los 30 casos complicados(Cuadro No. 26) (Cuadro No. 27 y Figura No. 9), en el 16.7% sólo se diagnostica la complicación por la necropsia, en tanto en24el diagnóstico se realiza por los médicos de asistencia y se corrobora en la necropsia para un 80%; llamando la atención que en igual proporción no se encuentra la solución de la complicación ya que en el 96.7% se hace ésta manifiesta en la necropsia, haya sido o no diagnosticada clínicamente, indicando que no ha tenido solución a pesar de su diagnóstico y la terapéutica impuesta.
Al establecer una relación (Cuadro No. 28) entre el tiempo de supervivencia, la complejidad de la lesión y las complicaciones presentadas en cada caso, se puede observar que en el mayor número se trata de muerte temprana y, en la subdivisión que se realiza por la importancia que dentro de este grupo tienen las primeras 24 horas, se aprecia que de los 20 casos fallecidos entre 1 y 24 horas, 15 se corresponden con traumas simples y 5 con cuadros polilesionales. Del total de casos con esa estadia hospitalaria, se complican 17 (13 con trauma simple y 4 multilesionados).
Es elevada la frecuencia relativa de complicaciones en la muestra estudiada, independientemente de la estadia hospitalaria, lo que se explica por las características de las lesiones producidas en correspondencia con los medios empleados.
Llama la atención, además, que en las 9 muertes tardías ocurridas, se presentan complicaciones, independientemente del cuadro lesional, corroborándose que la aparición de la complicación aumenta en proporción al tiempo de supervivencia hospitalaria.
Por las exigencias de la aplicación de la metodología de TRISS que incluye la determinación del Injury Severity Score (ISS) y el Trauma Score (TS), sólo se puede aplicar ésta en 29 de los 35 casos que constituyen la muestra, ya que no se encuentran los elementos requeridos en el total de las historias clínicas revisadas; aspecto señalado (Crespo Alonso S y colaboradores, se ignora año) como dificultad por otros autores; no sólo porque no se encuentren los valores pronósticos en el documento sino también porque, en ocasiones, no se puede obtener el dato primario para calcularlo al momento de realizar la auditoría a partir de la historia clínica, lo que significa que esos datos no han sido precisados y la valoración pronóstica del lesionado, según se ha revisado en el trabajo, no se ha realizado.
De los 29 casos en que se puede obtener o reconstruir el dato (Cuadro No. 29) 21 tienen una probabilidad de supervivencia superior al 50% y 8 de ellos, la poseen por encima del 90%. Realizado un análisis integral de cada uno de los 29 casos en que se aplica la metodología de TRISS y teniendo en cuenta, además, el tiempo de evolución en relación con el ingreso hospitalario, la valoración de las complicaciones diagnosticadas, el agente empleado, el tipo de lesionado y la causa directa de la muerte por necropsia, calificando la lesión mortal según el resultado de la necropsia; se obtiene como resultado (Cuadro No. 30) que los 8 fallecidos con baja probabilidad de supervivencia (menos del 50%) se corresponden con aquellos cuyas lesiones son evaluadas por la autora como mortales por necesidad y por concurrencia de lesiones.
De los 21 lesionados que, según la metodología empleada, deben haber sobrevivido, 16 fallecen víctimas de las complicaciones sufridas; 2 casos en que la muerte ocurre por llegada tardía a la unidad asistencial con Centro de Trauma a partir de los datos disponibles en la documentación revisada y en3 casos la autora no encuentra explicación, por esta vía, para el resultado fatal; estos son casos en que debe profundizarse, en la búsqueda de errores u otros elementos que expliquen la evolución fatal, por parte de las Comisiones de Análisis de la Mortalidad a nivel hospitalario.
Los resultados obtenidos a partir de la metodología empleada, partiendo de la auditoría de historias clínicas y de necropsias, permiten afirmar que la hipótesis planteada de que se producen muertes por homicidio, en Ciudad de la Habana, a partir la atención hospitalaria a lesionados con una interrupción del curso natural de la lesión hacia la recuperación, convirtiéndose en muertes no necesarias. Estos resultados avalan la posibilidad de retroalimentar al Sistema Nacional de Salud, a través del empleo de los índices pronósticos, con la realización de auditorías no sólo de las historias clínicas sino complementándolas con la información que provee la necropsia; en este caso, la necropsia medicolegal.
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