10º Congreso Virtual Hispanoamericano de Anatomía Patológica
Congreso Virtual sobre Anatomía Patológica
 
 
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10º Congreso Virtual Hispanoamericano de
Anatomía Patológica

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Inicios de la Anatomía Patológica en Cantabria

LA IMPLANTACIÓN Y CONSOLIDACIÓN DEFINITIVA

                 También de 1928, parte la trayectoria de la Casa de Salud Valdecilla (C.S.V.) - Instituto Médico de Postgraduados.

                 Fue financiada por el indiano Ramón Pelayo, Marqués de Valdecilla, quien retornando un proyecto iniciado por suscripción popular, en Santander, para sustituir el ya pequeño Hospital de San Rafael, dio rienda suelta a su magnanimidad, y desarrolló una idea ambiciosa y modernista, dotada con todos los recursos técnicos de la época y los mejores elementos humanos disponibles. Se hizo cargo del Servicio de Hematología, Anatomía Patológica y Autopsias, el Dr. Julio García Sánchez Lucas, en el pabellón 23 del Hospital. Realizó sus estudios en la Facultad de Medicina de Madrid y se licenció con premio especial de R.A.N. de Medicina en 1925. Se formó con los profesores Del Río Ortega y Calandre, habiendo sido becado por la Junta para la Ampliación de Estudios, institución que también le becó durante los años 1926 a 1928 para estudiar Anatomía Patológica con Lubarsch, Jaffé y Benda, de Berlín. 

En 1929, merced a la labor filantrópica de D. Ramón Pelayo, nace, pronto frustrado, uno de los grandes proyectos asistenciales españoles, la Casa de Salud Valdecilla. A la cabeza del Servicio de Hematología y Anatomía Patológica estuvo el Dr. Sánchez-Lucas. Además de un gran patólogo, impulsor de la práctica de autopsias en España, hizo partícipes a los médicos españoles de los avances de la profesión, gracias a sus traducciones de los patólogos europeos.

 

No podemos —dada la extensión de este trabajo— sino dejar enmarcada la figura de Sánchez Lucas, como una persona de gran talla humana y elevada capacidad pedagógica, considerándole, según López Vélez, uno de sus residentes, como un adelantado a la Universidad de Santander(26). Traduce del alemán varios tratados de Anatomía Patológica y otras especialidades. Es singularmente importante la traducción que hace de Aschoff, anatomopatólogo con el que mantuvo estrechas relaciones, realizada durante su estancia en la C.S.V.

                De su talante investigador, nada nos dará mejor idea que la presentación de sus proyectos en la prensa el día de la inauguración de la C.S.V.(25): “Etiología y patogenia de las enfermedades hemáticas. Modificaciones que los rayos X imprimen al organismo enfermo. Estudio del tratamiento de las anemias. Valoración de las fórmulas sanguíneas. Estados alérgicos y avitaminosis. Estudio de las transfusiones y de la distribución de los grupos sanguíneos de la región. Investigación en histopatología experimental y trasplante de tejidos”.

                Revitalizó la práctica de las autopsias y creó un gran ambiente científico y experimental en torno a sí, irradiándolo a prácticamente todas las especialidades del hospital, con las que establecía relaciones, bien a través de la Hematología, bien de la Anatomía Patológica. Una idea del volumen del trabajo que se desarrollaba en su Servicio hasta su marcha a Barcelona en 1941, la proporcionan los siguientes datos: las biopsias realizadas en el período comprendido entre 1930 y 1942 fueron 6.052. Entre 1930 y 1933 se practicaron 649 autopsias.

En el almacén de Anatomía Patológica de la Casa de Salud Valdecilla se conservaron hasta los años 80 más de 50.000 muestras anatómicas, una manifestación obvia de la trayectoria generada por Sanchez-Lucas.

 

                De la lectura de los Anales de la Casa de Salud Valdecilla, que año tras año se venían publicando, se desprende que cuidó mucho la relación con el clínico, dedicando la mayor parte de sus escritos en esta revista a la correlación clínico-patológica y patogenia de las lesiones que encontraba, poniendo especial atención en la discusión de las imágenes radiológicas y omitiendo, en la medida de lo posible, los aspectos técnicos que al clínico pudieran no interesar. Sus descripciones morfológicas son precisas y concretas, con abundantes referencias bibliográficas, llena de comparaciones cualitativas con objetos conocidos por todos sus colegas: “Nódulo del tamaño de una nuez en conducto inguinal...”, “parénquima renal con aspecto de carne cocida...”,  “el carcinoide apendicular es un pequeño tumorcito, en nuestro caso del tamaño de un cañamón, de color amarillento...”, “sarcoma fusocelular mixomatoso recidivante, que había dado lugar a la producción de una metástasis (cardiaca), aproximadamente del tamaño de una cereza...”.

Aunque en los Anales de la Casa de Salud Valdecilla escribe sobre aspectos muy diversos de la patología, (periarteritis nudosa, endocarditis, arterioesclerosis, y otras nacientes cuestiones de su tiempo), es quizá la tuberculosis el proceso con más frecuencia descrito y analizado en los diagnósticos diferenciales, seguido de la patología tumoral. La lectura de estos Anales proporciona una visión del estado del conocimiento de la época, visto a través de su juicio crítico, contrastando enormemente enfoques de la patología hoy plenamente aceptados -“desechado la primitiva concepción según la cual la infección tuberculosa tendría lugar a nivel del intestino, sabemos hoy que, en la mayoría de los casos, se encuentra en los pulmones (...) aunque algunos casos son, efectivamente de localización intestinal” (27)-, con otros absolutamente erróneos -adenocarcinoma renal derivado de los gérmenes aberrantes de la suprarrenal (28)-, barajados entre un conjunto de posibilidades patogénicas del máximo interés -como su contribución al conocimiento de los infiltrados redondos múltiples del pulmón (29)-.

                Tras la marcha de Sánchez Lucas a la Universidad de Barcelona, ocupó la Jefatura del Servicio de Anatomía Patológica y Hematología Enrique Oliva Priego (1905-1977), que conservó la duplicidad de estructura hasta los años 70. De la lectura de sus comunicaciones publicadas en los Anales de la Casa de Salud Valdecilla, se deriva un cambio sustancial en el enfoque de la especialidad.

Las descripciones que E. Oliva hace tienden a la objetividad, restringiendo el uso de términos cualitativos relacionados con el entorno y  fijando su atención en aspectos cuantitativos, llegando a la publicación íntegra en los citados Anales del “malignograma” de Hueper y Schmitz que incluye la descripción de: el tipo de tumor, el coeficiente núcleo-citoplásmico, el número de células “en bastoncito”, el grado de infiltración (numéricamente expresado), proporción parénquima-estroma, irregularidad de forma y tamaño celular y nuclear, hipercromatismo nuclear, número de mitosis, tipos de infiltraciones inflamatorias del estroma tumoral, etc., etc. Hoy muchos de estos factores tienen plena vigencia y nos limitamos a su cuantificación precisa mediante técnicas actuales como la morfometría, la citometría de imagen o la citometría de flujo, pero manteniendo parecido marco conceptual.

Las relaciones del patólogo con el clínico también cambian sustancialmente, parecería que Sánchez Lucas mima esta relación mientras que Oliva, y los patólogos de hoy, la dan por sentada y si así no ocurriera, la exigen. Así los escritos tienden a ser más técnicos, con menos explicaciones básicas; por ejemplo, la descripción del proceso de una biopsia que hace Oliva en los Anales está llena de indicaciones al clínico, casi órdenes, sobre quien debe tomar la muestra, como se debe tomar, que fijador se debe utilizar, que información se debe suministrar al patólogo, etc., (30) indicaciones que hoy mismo se sigue insistiendo en su estricto cumplimiento, y que ni por asomo se percibe su exigencia en los escritos de Sánchez Lucas. 

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